La derrota de Carlos Moyá, quinto favorito, a manos del estadounidense Mardy Fish, alteró la estabilidad de la cuarta jornada del Abierto de Australia, carente de sobresaltos en los marcadores hasta la caída del mallorquín, finalista en 1997 del primer Grand Slam de cada temporada. Moyá se ha convertido, por ahora, en el único jugador incluído entre los diez primeros cabezas de serie en abandonar el Melbourne Park. El jugador español volvió a tropezar con la misma piedra que hace una semana, cuando perdió en los octavos de final del torneo de Sydney ante el norteamericano.
Mardy Fish, instalado en el puesto 102 de la clasificación mundial y que disfruta de su segunda participación en el Abierto de Australia -el pasado año fue eliminado en tercera ronda- aprovechó sus armas para enriquecer su gloria particular. Un inalterable, sólido y potente servicio y una inquebrantable solidez echaron por tierra las aspiraciones de Moyá, falto de concentración durante los momentos puntuales del duelo.
El mallorquín, que desperdició dos puntos de set en la segunda manga -logró la primera- se rehizo en la cuarta pero sucumbió estrepitosamente en la definitiva Los coqueteos con las dudas que evidenció el juego de Moyá no estuvieron presentes en el resto de componentes de la 'Armada' -Albert Costa y Juan Carlos Ferrero-, protagonistas, junto al estadounidense Andre Agassi, de la sesión matinal de la jornada.
El valenciano demostró que va por el buen camino. Venció a lo grande al francés Jean Rene Lisnard (6-0, 6-4 y 6-2). El catalán resolvió cuando quiso su compromiso con el australiano Scott Draper, crecido tras conseguir igualar el partido a un set pero devuelto a la realidad en cuanto el campeón de Roland Garros se reencontró con su juego. Andre Agassi ha decidido retar al tiempo y ambiciona protagonizar otra final del Grand Slam.