El atletismo español encontró en Birmingham no sólo a su primer campeón mundial en pista cubierta, el capitán Manuel Martínez, sino un insospechado potencial en las mujeres del equipo, que con menos efectivos partieron el botín récord de seis medallas con los hombres. A cinco meses de los Mundiales de París la selección española pasó con notable alto la reválida de Birmingham, donde tenía que medirse con los mejores del mundo un año después de haber cimentado su actual prestigio internacional en campeonatos de Europa.
El atletismo hizo justicia, al fin, con Manuel Martínez. El leonés llevaba desde los Mundiales en sala de Barcelona 95 rondando el éxito definitivo: cuarto en la ciudad condal, quinto en París 97, cuarto en Maebashi 99 y tercero en Lisboa 01. En Birmingham, cuando menos se esperaba, descubrió el oro. La imagen del leonés escuchando el himno español en lo más alto del podio con una escolta de lujo (John Godina, triple campeón mundial, y Yuri Bilonog, campeón de Europa) es todo un lujo para un atletismo español.
En las ocho ediciones anteriores de los campeonatos, el equipo femenino español había sumado puntos que arrojan una media del decimonoveno puesto, lo cual ilustra con cifras la fulgurante progresión de las atletas españolas. Si hubo en Birmingham un atleta revelación entre los 27 del equipo español, lo fue, sin duda, la cántabra Ruth Beitia, que terminó quinta en la final de altura con su actual récord de España (1'96).