E l verano es el momento idóneo para aprovechar y disfrutar del mar
o de actividades emocionantes como eSkyride que se puede practicar
en la bahía de Sant Antoni. José Miguel, Christian, Demetrio y Àlex
regentan desde hace dos años Airsportibizaextreme, una empresa que
vende una increíble aventura que consiste en volar con un
paracaídas dirigido desde una lancha.
Durante los seis meses de temporada estival esta divertida
atracción se encuentra disponible. Para probar la sensación de
volar solo hay que acercarse a la sombrilla verde y fucsia de
Skyride que está en el paseo del puerto de Sant Antoni. Desde las
12,00 hasta las 20,00 horas la lancha parte cada dos horas con
grupos de intrépidas personas dispuestas a sobrevolar el cielo de
la bahía. Un vuelo de 15 minutos cuesta 40 euros y existen ofertas
para familias, niños, éstos pagan la mitad, y durante el fin de
semana el coste se reduce a 30 euros para los ibicencos, para que
la gente de la isla pueda disfrutar de este deporte aéreo. El vuelo
especial de las 20,00 horas resulta un poco más caro, 45 euros,
pero es el más bonito de todos. Éste suelen solicitarlo las parejas
porque volar sobre el mar con la puesta de sol de fondo es un
espectáculo mágico.
Preparativos
El barco está equipado con un pequeño servicio de bar, además de
contar con las pertinentes licencias, chalecos salvavidas y un kit
de primeros auxilios.
«La preparación del vuelo es minuciosa y sencilla a la vez. Se
comienza por colocar el arnés de sujección y el chaleco salvavidas.
Después el intrépido aventurero se colocará en la plataforma de la
lancha, donde esperará a que uno de nosotros coloque el paracaídas
que se irá hinchando con el viento», detalla Àlex. «La subida es
lenta y se pueden llegar a alcanzar 200 metros de altura. Una vez
en el aire, la lancha hace un recorrido en forma de ocho para que
el cliente disfrute de la sensación de sentirse pájaro», añade José
Miguel.
Durante la práctica de esta actividad el viajero indicará mediante
señas si quiere volar más alto, más bajo o si quiere dar por
finalizado el vuelo. El aterrizaje es muy lento. El motor que rige
la cuerda atrae el parapente hacia el barco de manera pausada y la
bajada se hace siempre en el barco. «No hay ningún tipo de peligro,
lo único que podría pasar es que se rompa la cuerda de sujeción,
pero no es habitual, además, el paracaídas descendería lentamente
hacia el mar y el chaleco mantiene a la persona a flote, con lo
cual es prácticamente imposible que se produzca lesión», dice José
Miguel.
Especialistas
Para los más atrevidos hay un tipo de arnés con unas anillas
especiales que permite efectuar acrobacias y piruetas en el
aire.
«La experiencia es única y no conlleva ningún riesgo. Es increíble
para todos aquellos que deseen volar y escuchar el sonido del
viento mientras desconectan del mundo real», describe José Miguel,
quien junto a Àlex y la ayudante Blesa se encarga del
mantenimiento.
Natalia Cárdenas
Ocio desde el aire