Fernando Fernández|ATENAS
A más de uno se
le fue el hambre después de ver cómo España volvía a quedarse a un
paso de dar la auténtica campanada de los Juegos. Lo intempestivo
de la hora del partido - capricho de la consentida NBC- invitaba a
aplazar hasta tarde el almuerzo. Y valió la pena el esfuerzo.
Porque Gasol exhibió sus credenciales NBA en un partido que sólo él
podía ganar. El poderío interior de Estados Unidos y la muñeca de
Marbury -31 puntos y 4 asistencias- resultaron un arma letal para
Pesquera y los suyos, que tampoco pudieron contar con los árbitros
como ligeros aliados. No era el momento, pues los norteamericanos
-una sombra de sí mismos en la primera fase- no podían marcharse
con las manos en los bolsillos.
Ahora nos queda confiar en Lituania. Son los mejor posicionados para vengar una derrota esperada, pero que llega en el momento de máxima efervescencia del baloncesto en nuestro país. El aficionado ha recuperado la ilusión por la selección y ésta ha correspondido con partidos que enganchan. Argentina, Serbia, China... Todos fueron quedando por el camino, pero el destino nos reservaba la peor de las jugadas. Porque pocas veces se acabará primero en las preliminares. Pero que encima te toque Estados Unidos, ya parece cachondeo. Y encima, el equipo más frágil de la vida del Dream Team, denominación que ayer se redujo a contados efectivos.
Tim Duncan, Carmelo Anthony y LeBron James fueron meros testigos de excepción de un triunfo que peligró. En plena demostración de que Navarro no sirve para los momentos calientes, Gasol hizo el resto. Sabía cómo afrontar cada jugada, la mejor manera de doblegar a los gigantes estadounidenses. Algo lejos del alcance de nuestros interiores. Hasta Garbajosa -una vez más genial- tuvo sus problemillas para hacerse con un hueco en la pintura. Pero en el juego exterior, si exceptuamos el recital de Marbury -6 de 8 en triples- ganamos con holgura. Los bloqueos permitieron incontables penetraciones asequibles y abrieron un partido que nadie se quería perder.