Adrián R. Huber|SAO PAULO
El colombiano Juan Pablo Montoya celebró con exhibición su
despedida de la Williams-BMW, ganando para esta escudería el Gran
Premio de Brasil, última prueba del Mundial de Fórmula Uno, en la
que el español Fernando Alonso (Renault) firmó un cuarto puesto que
le garantizó esa misma plaza final.
Montoya, que salió desde la primera fila, se exhibió en Interlagos, en una prueba que dominó con claridad y en la que logró la cuarta victoria de su carrera en Fórmula Uno, después de las que logró en Monza (Italia), en 2001; y las de Mónaco y Hockenheim (Alemania), en 2003.
Se impuso por delante del finlandés Kimi Raikkonen, que será su compañero el año próximo en la McLaren-Mercedes; y del brasileño Rubens Barrichello, que firmó la pole por segundo año consecutivo y, si bien no pudo ganar, al menos rompió el maleficio que le acompañó durante las diez ediciones anteriores, en las que no pudo acabar en el circuito de su ciudad natal.
Alonso firmó el «doble cuarto» al acabar en esa posición en la carrera y en el Mundial de pilotos, después de superar en carrera a su «amigo» Ralf Schumacher, que también se despide de la Williams, y al japonés Takuma Sato (BAR-Honda); antes de retener por detrás, durante casi veinte vueltas con las ruedas delanteras desgastadas, al alemán y al nipón, que concluyeron quinto y sexto; y al séptuple campeón mundial Michael Schumacher (Ferrari), que ayer se conformó con la séptima plaza.
Alonso salió desde la cuarta fila, a la que accedió a pesar de haber logrado el noveno mejor tiempo en la calificación del sábado. Schumacher, que desde Spa (Bélgica) ya era por séptima vez campeón del mundo, fue protagonista el sábado, esta vez de forma negativa, ya que sufrió un accidente en la sexta curva, que le obligó a disputar la calificación con el coche reserva o «muleto», lo que implica la pérdida de diez puestos en la formación de salida.
«Schumi» había marcado el octavo crono y hubiera salido junto a su hermano Ralf, que fue con quien finalmente compartió fila un Alonso que no puede ver ni en pintura al «hermanísimo» de la F-1 y que disfrutó de lo lindo adelantándole y manteniéndole detrás.
Alonso comenzó a marcar vueltas rápidas, tomó el mando de la prueba en la octava y fue líder hasta la décima octava, en la que entró en el garaje la primera de las dos veces que lo hizo durante de la carrera y salió de nuevo a pista el sexto. Por detrás se le aproximaba como un tiro el bólido de Montoya, que tomó el liderato tras la parada del español y ya sólo lo cedió tras su segunda parada -durante una vuelta, la 29- y tras la tercera -durante cinco, de la 51 a la 55- a su futuro compañero Kimi.
Algo antes, después de rebasarse el ecuador de la prueba, tras el giro 36, Montoya era líder, con 5'3 segundos sobre Raikkonen y 16.8 respecto a Fernando, que llevaba a Ralf ocho décimas detrás.
Al ir bajando el nivel combustible, aumentaba la velocidad del Renault de Alonso, que empezaba a despegarse de Ralf, antes de entrar en boxes por segunda vez en la vuelta 47, parada que le bajó de nuevo al séptimo puesto.
El menor de los Schumacher hizo su tercera entrada en el garaje un giro más tarde y en la primera curva de la vuelta 52 le superó un Alonso que volvió a ser magistral cuando superó tras la salida del 'pit-lane', y por fuera, a Sato, después de la tercera parada del nipón, en la 54.
A partir de ahí, conservó con maestría la cuarta plaza, manteniendo por detrás a Ralf, a Sato y a «Schumi».