Luis Miguel Pascual|PARÍS
Ronaldinho cumplió ayer un sueño en forma de Balón de Oro, el
objeto más preciado para el brasileño del Barcelona que se acordó
de todos sus compañeros y que confesó que el galardón, que cumplió
cincuenta años, le anima a seguir trabajando para «entrar en la
historia del fútbol». «Es la consecución de un sueño que me anima a
seguir trabajando y a seguir luchando por conseguir cosas. Estoy
realizando un sueño y espero volver aquí más años y con mi trabajo
poder entrar en la historia del fútbol», indicó el muchacho de
Porto Alegre al borde de las lágrimas. Con la sonrisa que le ha
hecho famoso, rodeado de buena parte de los Balones de Oro vivos,
«Dinho» recibió a sus 25 años el premio que, según los
corresponsales de «France Football» le señalan como el mejor
jugador del año que milita en Europa.
El director de la revista, Gérard Ernault, cumplió con su rito anual y entregó el trofeo a su dueño, que lo abrazó al borde de las lágrimas, con los ojos brillantes y acompañado de su madre, Miguelina, que no pudo reprimir el llanto y que subió al escenario para abrazar a su hijo. Intimidado por estar rodeado de «algunos de los mejores jugadores de todos los tiempos», Ronaldinho señaló que un premio como el de ayer le motiva para seguir trabajando. Su triunfo, aunque anunciado, fue una emocionante guinda en el pastel que marcó el medio siglo de un galardón que ha recompensado a los mejores jugadores de los últimos 50 años, desde que el inglés Stanley Matthews lo levantara en 1956 y que, en esta ocasión, tuvo una ceremonia dedicada a la memoria de otro británico, el norirlandés George Best, ganador del trofeo en 1968 y fallecido el pasado viernes.
En la edición de este año, Ronaldinho acaparó 225 votos, superando a los ingleses Frank Lampard (148), del Chelsea, y a Steven Gerrard (142), del Liverpool y se convirtió en uno de los ganadores más apoyados de la historia. Todos los corresponsales de la revista le citaron, 33 de los 52 en primer lugar. Logró 50 puntos más que el vencedor de la pasada edición, el ucraniano Andrei Shevtchenko. El de Ronnie es un premio exento de polémica. Pocos dudan de que el barcelonista es el mejor del año y por eso su concesión ha estado ausente de las críticas de ediciones anteriores. Acompañado del presidente del Barcelona, Joan Laporta, del director deportivo del club, Txiki Beguiristain, de su madre Miguelina y de sus hermanos Roberto y Deisi, «Dinho» acaparó un premio hecho a su medida, una recompensa individual en un deporte colectivo.