Europa Press|HAMBURGO
El suizo Roger Federer, primer cabeza de serie, superó (2-6, 6-2 y 6-0) en la final del Masters Series de Hamburgo al español Rafael Nadal, segundo favorito, después de remontar una manga en contra y de desplegar un brillante juego que le llevó a ganar consecutivamente los últimos ocho juegos del partido. Hay torneos que son talismán para ciertos jugadores. Es es el caso de Federer y Hamburgo, que mantienen un idilio desde hace ya cinco años, cuando el suizo se alzó con su primer torneo en tierra batida. Desde entonces, y con la de hoy, hasta en tres oportunidades más se repitió la misma fotografía: Federer recogiendo el trofeo de ganador, ante la mirada atónita de su rival. Parecía imposible que la racha triunfal de Nadal en tierra (dos años sin perder) se acabase algún día.
La marca era tan espectacular, que sólo un genio, podía frenarla. Federer, desaparecido en la primera manga del encuentro, imprimió una marcha inalcanzable para el español, a partir de la segunda mitad del partido, lo que le valió para ganar su cuarto título en Hamburgo, sexto en esta superficie.
Sin embargo, el mallorquín, fresco física y mentalmente, es insuperable. Domina todas las vertientes que se suceden en un partido en tierra batida de tal manera, que en ocasiones, intimida a su rival. Eso exactamente fue lo que sucedió en la primer set del choque. Salió muy concentrado, consciente de que podía convertirse en el primer tenista en la era Open en ganar en la misma temporada los tres Masters Series sobre arcilla, que arrolló al suizo en los primeros compases de partido. Poderoso desde el fondo de pista, no dejó de variarle los golpes a Federer: dejadas, globos, passing ... Nadal bordó la primera entrega: 6-2 en 39 minutos. Federer, en apuros y contra las cuerdas. Cedió en dos oportunidades su servicio y en uno más tuvo que defenderse de dos bolas de break en contra. Parecía como si Nadal tuviese prisa por acabar. Pero nada era lo que parecía, el helvético volteó literalmente la contienda.