La SE Eivissa se despidió ayer virtualmente de la categoría de bronce del fútbol español. Aunque las matemáticas no lo digan así, la realidad es que está a siete puntos de la salvación y con pie y tres cuartos en Tercera División después de hincar la rodilla ante Osasuna B, en un partido esperpéntico que finalizó con un increíble 5-6 después de que los ibicencos desaprovecharan un 2-0 a su favor.
De todos era sabido que este duelo era una verdadera final -no como otros de los que se suele decir lo mismo-, ya que los pamploneses eran el primer equipo en superar la zona descenso. La afición se volcó de lleno con el equipo -acudieron unos 2.000 espectadores- para colaborar en su resurrección, pero esto no es el ave Fénix y las cenizas del Eivissa cenizas son.
El cuadro de Can Misses cuajó su peor partido en años en lo que al apartado defensivo se refiere. Es cierto que, en el mundo del fútbol, el primero en defender debe ser el delantero, pero tambén lo es que la primera línea del Eivissa estuvo excesivamente floja en la mañana de ayer.
Desastre defensivo
Rial y Joan Castillo no se entendieron en el eje y no supieron neutralizar el juego aéreo de los osasunistas, que no son precisamente unos especialistas en esta materia. De igual forma, en las bandas, Ibon Begoña fue un auténtico coladero al que Galán ganó la partida una y otra vez, y Olalla no mejoró para nada las prestaciones que habitualmente ofrece José García. En definitiva, un desastre que plasma claramente el marcador.
Y eso que el comienzo del partido fue muy esperanzador. Los discípulos de Alfredo Santaelena se adueñaron del control del balón y encontraron huecos en defensa con asiduidad. En el minuto siete, Juan Carlos Sanz dio el primer aviso con una internada hasta la cocina que finalmente desbarató un defensor mandando el balón a córner. Acto seguido, Diop le ganó la posición a Jonathan, pero su disparo cruzado se marchó fuera.
El Eivissa tenía chispa y hambre de gol. Fruto de su dominio, a la tercera llegó la vencida; Sanz aprovechó un error defensivo para asistir a Raúl Rodríguez, quien se metió en diagonal en el área para batir a Andrés de disparo raso antes de cumplirse el primer cuarto de hora. El propio Sanz generó el segundo tanto de la mañana tras forzar un penalti y transformarlo él mismo. Minuto 26 y 2-0 en el marcador. Mejor, imposible. El público disfrutaba de un fútbol de calidad y veía cómo el conjunto ibicenco se aproximaba a su objetivo de la salvación.
La sorpresa
Sin embargo, hasta el rabo todo es toro. El cuadro local perdonó la vida a su rival y lo acabó pagando. Un córner botado desde la derecha por Sanz acabó con tres remates a bocajarro, uno de ellos al larguero por mediación de Diop. No entraron en la red de puro milagro. Del posible 3-0 se pasó al 2-1 en un abrir y cerrar de ojos. Osasuna B sacó petróleo de una falta frontal botada desde apenas unos metros por delante de la mitad del campo gracias a un remate peinado de Ekhi en el 36'.
El partido cambió por completo. A los jugadores del Eivissa se les nublaron las ideas y les entró el miedo en el cuerpo de una forma abrumadora y sin motivo aparente. Toda la frescura y claridad que habían tenido hasta entonces desapareció como el humo de un cigarro. Encima, encajaron un tanto de los denominados psicológicos cuando ya casi se cumplía el minuto 45. La diana no se diferenció demasiado de la anterior: falta lejana y frontal botada al área y Jonathan, tras recoger un rechace, marca a placer. 2-2 y todos a vestuarios, unos -los ibicencos- con caras largas y otros -los navarros- con la moral por las nubes.
Tocaba volver a empezar y remar a contracorriente, pero las sensaciones ya no eran las mismas que las de la primera media hora de juego. El cuadro de Alfredo había dejado a Osasuna B con vida y éste no lo desaprovechó. Apenas comenzada la segunda parte, un mal pase de Iván se marcha a saque de banda, una acción, en principio, sin importancia. Sin embargo, el fútbol se decide en los pequeños detalles. En la ejecución del saque de banda, el balón llegó a los pies de Bariain, que remató en semifallo, dejando el balón en los pies de un Etayo que completó la remontada (2-3). Silencio en Can Misses.
Cambio táctico
Alfredo decidió entonces cambiar el dibujo táctico. Retiró del campo al centrocampista Jerry para dar entrada a Pisano, pasando de un 4-2-3-1 a un 4-4-2. Todavía no le había dado tiempo al italoalemán de tocar el balón cuando los visitantes pusieron más tierra de por medio, de nuevo en una jugada a balón parado. Un córner rematado por Jonathan lo tocó lo justito Vega, al que Olalla dejó libre en el segundo palo, para batir a José Antonio.
El decorado cambió por completo e incluso algunos espectadores emprendieron el camino a casa después de ver cómo estaba más cerca el quinto gol osasunista que el tercero ibicenco. Galán hizo lo que quiso en la defensa local y sólo la inspiración de José Antonio impidió que la renta aumentara. Curiosamente, ahora el que perdonaba era Osasuna B y lo pagó en el 67', cuando Pisano remató un centro de Raúl Rodríguez para recortar diferencias.
Quedaba tiempo para soñar con la heroica, pero esta temporada el Eivissa carece de capa y no es Superman. Galán sólo necesitó tres minutos para fabricar el 3-5. Pisano volvió a dar emoción al choque en el 87', pero el propio Galán, un superclase, acabó con las esperanzas ibicencas con un tanto en el tiempo de prolongación al que secundó otro de Raúl Rodríguez para dejar el marcador en un inimaginable 5-6. Aquí huele a muerto, un muerto que sólo está vivo porque las matemáticas así lo quieren.