Roberto Morales BLOEMFONTEIN
Estados Unidos se confirmó como el equipo revelación de la Copa Confederaciones al derrotar a España, por 2-0, en un día en el que el fútbol castigó a los campeones de Europa, al equipo de los récords por dos errores defensivos, tras una treintena de disparos a puerta y un desgaste físico exagerado.
La primera derrota de la España de Vicente Del Bosque no pudo ser más dolorosa. El fútbol premió la fuerza del bloque. La épica del débil. El planteamiento destructivo antes que el juego de toque. La apuesta de ataque de la 'Roja', que recuperó el sufrimiento de antiguas etapas para salir por la puerta de atrás de la Confederaciones al ser eliminado el equipo español por un rival menor.
A Bloemfontein se trasladó un duelo de hace un año. Con Estados Unidos sin complejos. Sin nada que perder ante una España insegura. A la que pesó como una losa la responsabilidad del favorito. Alejada, además, de las dosis de fortuna necesaria en las jugadas que marcaron el duelo.
El 'ejército' norteamericano ahogó de inicio la construcción, la salida de balón, para jugar a su estilo en los pocos minutos de los que disfrutó del esférico. De un lado a otro sin tiempo para el respiro. Juego veloz con finalización de la jugada, ayudado en un partido irregular de Carlos Puyol y dos despistes infantiles de Joan Capdevila y Sergio Ramos que costaron la eliminación en los dos únicos lanzamientos a la puerta de Iker Casillas.
Dos desmarques de Altidore a la espalda de Puyol había provocado a Iker a jugar de central. España no debía ir al choque sino anestesiar al rival con el toque para buscar espacios. Pero el amo del partido era Estados Unidos, que demostró en diez minutos que no era Nueva Zelanda o Irak. Para ganar, España debía sacar su mejor fútbol. La exigencia había aumentado. Xavi representaba el nerviosismo. Aparecía por cualquier zona Cesc. Villa estaba ansioso.
Fue cuando llegó el castigo. La defensa permutó posiciones en un ataque norteamericano por la izquierda y dejó a Capdevila sobre Altidore. Eligió mal. Regaló la posición al anticiparse. Olvidó que era el último hombre. Chocó con una roca, que se giró, chutó al bulto, con la fortuna de que el guante de Casillas desvió el disparo hasta el palo. Lo tocó y entró. El guión americano se cumplía a la perfección. Tenían una recompensa que defender.
España subía el ritmo, pero estaba negada ante el gol. Un paradón de Howard a zurdazo de Villa ajustado al palo y el tiro rozando el larguero de Alonso en un solo minuto -el 48- era la carta de presentación del segundo acto. La ansiedad crecía con las ocasiones desperdiciadas. Piqué y Ramos echaban la selección arriba, pero los tiros de Riera, Cesc, Villa en tres ocasiones y Ramos, completamente solo, no acababan en la red. Y cuando España recuperó la simetría recibió el castigo más duro. Otra contra. Centro potente de Donovan que rechaza en Piqué y Ramos en vez de despejar, deja muerto el balón en el área chica, para que Dempsey sentenciase a 16 minutos del final.
No había fuerzas para soñar con la remontada. La fiesta era norteamericana. Villa y Xabi Alonso cerraban la treintena de chuts españoles. Las caras de incredulidad se apoderaron de todos.
España acabó el partido con treinta disparos a puerta en su estadística. No fue un partido brillante de los hombres de Vicente del Bosque, que, en cambio, sí dejaron constancia de su insistencia al poner cerco a la portería estadounidense y acumular multitud de disparos. Estados Unidos tiró dos veces entre los tres palos y le bastó.
Pasa a la página siguiente
Viene de la página anterior