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Homenaje

Toni Arabí: «No me considero una leyenda del fútbol balear»

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Hablar de Antonio Arabí es hablar del mejor futbolista de la historia de este deporte en Eivissa. Durante ocho temporadas fue indiscutible en el once del Espanyol y ese club todavía le recuerda con cariño y respeto a pesar de que han pasado ya 23 años desde que colgara las botas. Este lunes es el turno de la Federación de Fútbol de les Illes Balears de reconocer la trayectoria del ex jugador ibicenco, que recibirá el trofeo que le acredita como leyenda del fútbol de nuestra comunidad.

-¿Cómo sienta ser nombrado leyenda del fútbol balear?

-Pues la verdad es que no me creo ninguna leyenda. Siento que he sido un jugador importante dentro del fútbol de Eivissa y de Balears. Quizá tampoco se pueda decir importante, aunque sí es cierto que he sido de los primeros jugadores, sobre todo del fútbol pitiuso, en militar en Primera División. Pero ya no es sólo jugar en la máxima categoría, que es más o menos difícil, luego lo complicado es mantenerse.

-¿Qué supone para usted recibir este trofeo?

-Siempre es bonito que se acuerden de uno y que te ofrezcan un premio a tu trayectoria deportivo después de tanto tiempo. Es un bonito detalle y que agradezco mucho, especialmente a la Federación Balear.

-Usted está considerado el mejor futbolista ibicenco, pero ¿tiene relevo a la vista?

-Yo pienso que sí. Aquí hay jugadores, como es el caso de Marcos García, que yo pienso que marcara una época. Es un gran futbolista, de una calidad y una categoría tremenda. Lo único que podemos sus paisanos es desearle mucha suerte. También hay otros jugadores jóvenes que están en categorías inferiores de clubes de fuera de nuestra isla que también apuntan alto y esperemos que tengan la suerte que hay que tener para llegar arriba.

-Sólo cuatro ibicencos han jugado en Primera División. ¿No es un número bastante bajo?

-Para mí son muy pocos. Lo que más me extraña es que los que hemos jugado en la máxima categoría, a excepción de Marquitos, somos gente mayor y que iniciamos nuestra andadura cuando en Eivissa, en esos tiempos, casi no había medios para practicar el fútbol. Yo, por ejemplo, aprendí a jugar en una 'feixa', en un campo lleno de piedras con dos pedruscos como porterías. Luego estuve en el Eivissa, que por entonces sólo tenía un equipo amateur, un juvenil y un infantil. Ahora las instalaciones son muy buenas y tienen entrenadores bastante preparados desde muy pequeños, por lo que aprenden rápido todos los gestos técnicos y tácticos que debe tener un futbolista. Esto funciona así desde hace muchos años así y, sin embargo, no salen más jugadores que antes. No es normal, porque debería haber mayor nivel y mejores futbolistas.

-Fueron ocho temporadas en Primera con el Espanyol. ¿Qué recuerda de esos años?

-Es un recuerdo imborrable. Todos soñamos en llegar, en jugar en Primera División y enfrentarte a los grandes, jugar en el Nou Camp y en el Santiago Bernabéu. Poder además ganar a estos equipos e, incluso, meter algún gol. Todo eso me dio una gran satisfacción. Es lo más grande que te puede pasar. Luego está el hecho de hacer lo que te gusta y, encima, que te paguen por ello. Por supuesto por entonces no se pagaba como ahora, pero el dinero era algo secundario. Valoro mucho más todo lo que conseguí en el fútbol y los amigos que dejé y que sigo teniendo. También fue muy especial el partido de homenaje en Sarrià ante el Real Madrid, porque además de ser el mejor regalo que pude tener recibí obsequios de la mayoría de clubes de Primera y Segunda, lo que te hace darte cuenta que has dejado huella. Puedes haber sido mejor o peor futbolista, pero lo importante es que seas un jugador honrado

-Todavía le recuerdan con mucho cariño en ese club...

-Sí, hay mucha gente que se acuerda y eso es lo más bonito. Cuando voy a Barcelona, que cada vez voy menos, me acerco al club y a las instalaciones y me encuentro con que todavía hay muchos trabajadores de mi época, masajistas, utilleros. También los aficionados que están en el entrenamiento me reconocen y hablamos de los viejos tiempos.

-Su corazón ha sido desde entonces blanquiazul...

-Sí. Soy espanyolista y seguiré siendo espanyolista. Incluso en el año 94 decidimos formar la Penya Blanc i Blava en su nombre y todavía seguimos activos, aunque el peso del club lo lleva Juanjo Bartomeu, que es el hijo del portero del Espanyol Bartomeu.

-¿Cómo ve el futuro del fútbol en la isla?

-Lo veo bien, aunque es una lástima lo que ha pasado con el Eivissa. Nunca se debía haber llegado a esa situación, pero está claro que se hicieron las cosas mal y eso se paga. Ahora la mayoría de gente que somos del Eivissa estamos confusos e indecisos y no sabemos lo que va a suceder, aunque ojalá que consiga subir y que tengamos el Eivissa que todos nos merecemos. Por otra parte, yo soy de Sant Rafel y estoy pasando una temporada muy buena porque el equipo va muy bien gracias al trabajo de los jugadores y, sobre todo, de su entrenador, Mario Ormaechea. Mientras tanto, la Peña para mí es un serio aspirante a ganar la liga. En definitiva, veo bastante bien al fútbol ibicenco, pero esta claro que la gente joven tiene que ponerse las pilas y pensar que todo se consigue a base de trabajo y esfuerzo.

Toni Arabí se define es su etapa como futbolista como un todoterreno. «Destacaba sobre todo por mis condiciones físicas. Empezaba a correr en el minuto 1 y hasta el 90, o más si había prórroga, podía seguir corriendo al mismo ritmo. Empecé jugando de delantero o mediapunta, con mucha llegada. No es que fuera un goleador, pero siempre conseguía muchos goles. Luego, con el paso del tiempo, ya empece a jugar más retrasado, en el centro del campo, y terminé mi carrera en el Espanyol de lateral, bien por la derecha o bien por la izquierda. Se puede decir que era un todoterreno y que, menos de portero, he jugado en todas las posiciones».

Después de su etapa como futbolista, Toni Arabí pasó al banquillo, una labor que en los últimos años tiene un poco olvidado, aunque reconoce que no le importaría volver a entrenar un equipo con un proyecto serio. Mientras tanto, mata el 'gusanillo' dirigiendo al equipo de prebenjamines del San Rafael. «La pasada temporada ya cogí a este equipo y este año también repito. Vivo cerca del campo y me pilla al lado, por lo que decidí entrenar a este equipo y no, por ejemplo, a uno de la Penya Blanc i Blava. Es verdad que a veces me entran ganas de volver a entrenar, pero sólo sería en el caso de tener un proyecto serio de un equipo regional para intentar subir a Tercera. Si no, me quedo con los pequeños», declara.

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