De todos es sabido que el estadio de Old Trafford, en el que juega el Manchester United, es conocido como ‘El teatro de los sueños'. Pues el Campo Municipal de Santa Eulària se convirtió, al menos ayer, en ‘El teatro de las pesadillas'. Teatro, porque muchos jugadores parecieron seguir la dinámica de los últimos clásicos entre el Barcelona y el Real Madrid, exagerando cada jugada por el mero hecho de ser un derbi. Pesadillas, porque los peñistas, desde luego, no debieron dormir bien anoche y ven reducidas -eso sí, ligeramente- sus posibilidades de acceder al ansiado ‘play off'.
Ayer, hubo interpretaciones para todos los gustos sobre el terreno de juego. A lo Busquets, como Iván Guzmán, que magnificó cualquier contacto en o cerca del rostro -algunas ‘galletas' sí que llevó-. Eso no quita que sobre él se producen entradas duras cada jornada.
También hubo simulaciones como la de Pepe en el Camp Nou, cuando se desplomó entre Puyol y Piqué sin que le hubieran tocado. El papel del lusobrasileño lo adoptó Piru, que se tiró en la última acción de la primera parte por una supuesta entrada de Pau Pomar. Justo en ese instante, el árbitro señaló el camino a los vestuarios y ambos jugadores, tras la recriminación del ‘blue', se saludaron.
Los que no se dieron la mano fueron Iván Guzmán y Raúl Casañ en el minuto 32. El centrocampista local no aceptó las disculpas del visitante, que se vengó de la mejor manera posible, en el terreno de juego, con dos asistencias de gol.
«Yo creo que actúan así como para darle más importancia al hecho de ser un derbi», comentaba Raúl Medrano, de IB3, en la cabina de prensa, atónito, como muchos, ante lo que estaba sucediendo. Más razón que un santo.
Tras el descanso, la tensión creció. La expulsión de Edu Moral tuvo daños colaterales. Primero, la afición ‘rafeler' lo celebró ante el desconcertado delantero, que no pudo lucirse en un partido que presenció ‘in situ' su novia, al igual que las de otros futbolistas allí presentes y que se sentaron juntas en la grada.
La réplica llegó en la ejecución de la falta, que acabó en gol. Los espectadores locales acallaron a los seguidores ‘blue', entre los que se encontraba un exaltado Carlos Fernández, que vivió el partido como un auténtico hooligan.
El posterior tanto de Franco decantó la balanza a favor del ‘San Rafi'. «Vamos, vamos», gritaba Pedro a su afición mientras era sustituido poco antes del pitido final, tras el que la tempestad dio lugar a la calma. Saludos entre los jugadores y aplausos. Elegancia, ante todo, como la que todos los presentes mostraron con el emotivo minuto de silencio por el fallecimiento del senegalés Gora Ndiaye, de las categorías inferiores peñistas, algo que, ojalá, hubiera sido sólo una pesadilla más en este teatro y no una triste realidad. Descanse en paz.
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