Ana López (Lugo, 1981) ya tiene su primera medalla mundialista. Tras haber conseguido siete preseas continentales de diversos colores y categorías, la fisioterapeuta de las instalaciones deportivas de Santa Eulària se colgó el metal de bronce como integrante del cuerpo técnico de la selección española femenina sub-19 en el Campeonato del Mundo celebrado en Tailandia entre los días 20 y 28 del mes pasado.
«Fue una competición especial porque fue mi primer Mundial. Siempre había ido a Europeos, al menos de cinco contra cinco. El año pasado estuve en el Mundial sénior de tres contra tres en Manila. Estoy muy contenta con esta nueva experiencia», dijo.
Sobre si esperaba subir al podio, confesó que «no había un objetivo claro, pero España siempre tiene que salir a competir lo mejor posible y mirar hacia arriba». «Creo que, después de cuartos, todo lo que podía venir era un éxito y así nos lo tomamos. La semifinal la perdimos contra una Australia muy fuerte, que le puso la final muy difícil a Estados Unidos. En general, fue una concentración dura, de mucho trabajo, pero competimos muy bien todo el campeonato con un muy buen grupo, con el gen de España: luchador y valiente», explicó.
Todo un reto
La gallega residente en Ibiza se acordó de quienes se tuvieron que ausentar en la cita: «Los descartes siempre son un momento complicado y triste, y este año varios de ellos fueron por lesión». A nivel personal, califica la experiencia como «muy buena como cada verano». «Cada campeonato es un reto profesional y personal. La convivencia siempre es intensa y es un aprendizaje diario. El hecho de que el campeonato fuera en Bangkok fue un aliciente de cara a una nueva experiencia y, aunque en general no teníamos mucho tiempo libre, aproveché todo el que tuve para pasear entre la gente tailandesa, siempre amable y sonriente, en una ciudad muy divertida que nos dio lo mejor que tenía para hacernos sentir como en casa», apuntó.
En cuanto al futuro, indicó: «Mi idea es seguir al servicio de la federación y, en la medida de lo posible, estoy lista para ayudar en lo que crean que puedo ser útil. Trabajar para la Federación Española es un privilegio e intento exprimirlo al máximo cada verano. Tenemos muy buenas condiciones para trabajar con la mayor eficacia y cómodamente, y vivimos momentos deportivos únicos. Me siento afortunada por poder disfrutar de los banquillos con la selección y de lo que se vive en ellos, porque es muy especial. Son la verdadera zona VIP de cualquier pabellón».