Mateo Sanz (Formentera, 06-11-1993) ha cerrado su carrera profesional como windsurfista de elite. El formenterense pasa a la historia como uno de los mejores deportistas que han brindado las Pitiusas y puede presumir de ser el único que ha participado en dos Juegos Olímpicos, con un diploma en Tokio incluido. Tras haber sido número uno del ranking mundial, subcampeón del mundo absoluto y campeón mundial júnior, entre otras cosas, el hispanosuizo ha dicho basta por una hernia discal que le provoca grandes dolores. Su futuro, ahora, pasa por seguir vinculado como entrenador en su deporte, algo que se resolverá el próximo mes.
—¿Cómo ha sido el momento de hacer pública la decisión y cuánto le costó meditarla?
—Ya estaba muy bien meditada. No ha sido una decisión en caliente. Llevaba arrastrando unas molestias en la zona lumbar desde hace casi año y medio y, a principios de este año, me hicieron una resonancia magnética en la que me diagnosticaron una hernia discal en la L4-L5 y una protusión aparte. Los últimos meses han sido complicados encima de la tabla. Estamos hablando de deporte de alto nivel. Se exige mucho al cuerpo y tenía molestias cada día. Es insostenible a largo plazo y era un riesgo. La decisión la tenía clara. Era aguantar hasta Tokio, hacerlo lo mejor posible allí y anunciar la retirada.
—¿Qué riesgo existía como consecuencia de haber seguido adelante?
—En la bici se me duerme un poco la pierna. Empiezo a perder un poco la movilidad y sí que siento ya algunos calambres. En el momento que pierdes la movilidad en una pierna, el tema empieza a ser serio y hay posibilidad de necesitar una intervención quirúrgica. Como no quiero esa opción, prefiero parar y que sea algo paliativo que pueda hacer en casa con trabajo de fortalecimiento y estirando. A ver si mejoro.
—Que usted haya conseguido un diploma olímpico en estas condiciones tiene más mérito incluso.
—Fui muy bien preparado físicamente a pesar de la hernia. Con trabajo de preparación psicológico, uno se acostumbra y va viviendo el momento conviviendo con el dolor durante meses. Haces oídos sordos a los dolores y sales siempre a darlo todo.
—¿Qué le ha comentado Asier Fernández?
—Asier es el primero que veía cómo sufría. Algunos días hasta se me caían las lágrimas y lloraba sin darme cuenta por las molestias que tenía. Le agradezco que haya estado hasta el último momento apoyándome. Me ha ayudado en todo momento.
—¿Cómo se lo ha tomado la Federación de Vela de Suiza?
—Les paseé el informe y les agradezco también a ellos la forma en la que se lo han tomado. No hubo ninguna crítica. En cierta manera, han visto con buenos ojos el esfuerzo que hice por ellos y que me dejara la piel literalmente.
—¿Su futuro pasa por un proyecto en la Federación Balear?
—Hay varias ofertas. Incluso Suiza, cuando se lo comenté, puso una oferta sobre la mesa. Les duele dejarme escapar. Ahora son unos días de meditar hacia dónde tiro. Sí que me gustaría seguir vinculado a esta deporte, pero no sé a qué nivel. No sé si será con un grupo juvenil o absoluto. Está por ver en las próximas semanas, pero puedo decir que me atrae la opción de entrenar a algún grupo.
—¿Qué le ofrece concretamente tanto la Federación Balear como la de Suiza?
—La de Suiza me ofrece trabajar con el equipo juvenil o júnior, pero justamente es el grupo más complicado porque acaba de arrancar una clase con poca experiencia y tiempo, y los chicos ahora mismo no tienen un nivel alto. Con la Balear no hay nada plasmado, pero habría clubes que abrirían las puertas a que estuviera ahí con los chicos. Hay que estudiarlo.
—¿Con qué momento se queda de su carrera?
—El que más grabado tengo es el de la Medal Race del Mundial de 2017, que no me volví con la medalla de oro por un error mío. Ese momento es inolvidable porque vuelves a casa con una medalla de plata. Por supuesto, también me quedo con las dos participaciones en los Juegos Olímpicos. Aunque no hayan sido excelentes, esta vez me traje un diploma. Además, la experiencia en Río se queda en mi mente para siempre.
—A posteriori siempre es fácil hablar, pero tengo que preguntárselo. ¿Cree que podría haberse clasificado para los Juegos a través de España vistos sus resultados en todos estos años?
—Como dices, a posteriori es fácil. Podría decirte que sí, pero también es verdad que habría que haber visto cómo se hubieran desarrollado las diversas regatas de clasificación, sintiendo la presión en vivo y peleando ahí dentro con los compañeros. Habría sido uno de los candidatos más fuertes.
—Campeón del mundo júnior, número uno del ranking absoluto mundial, subcampeón del mundo absoluto, diploma olímpico… ¿Hay algo que se le haya quedado en el tintero? ¿Alguna espinita clavada?
—La verdad es que espinita como tal realmente no hay. Gané un Mundial juvenil. Fui cuarto en un Europeo y, por tanto, muy cerca del podio y conseguí algunas medallas en la World Cup. He tocado un poquito de todo. Quizá sí que he acusado un poco el no tener un rendimiento más constante durante varios años seguidos. Han sido resultados un poco desperdigados y esa falta de constancia ahí arriba se debe un poco a lo que todos sabemos, que es que físicamente no soy la persona con el somatotipo ideal para este deporte. Siempre he dependido un poco del viento que hacía en los campeonatos.