Rafael Nadal ha conquistado este domingo su decimocuarto Roland Garros al superar al noruego Casper Ruud por 6-3, 6-3 y 6-0 en dos horas y 18 minutos. El balear ha elevado sus registros en los Grand Slam con su vigésimosegundo título en un partido en el que no ha dado opción a su rival, que debutaba en una final de estas características y ha hincado la rodilla ante el rey París y la tierra batida. El de Manacor vuelve a levantar la Copa de los Mosqueteros después de su la victoria en la edición otoñal de 2020 y extiende su dominio tanto en el torneo como en un 2022 que ya inauguró con otro éxito inverosímil en el Abierto de Australia.
A pesar de las dificultades con las que encaraba el torneo por sus problemas físicos y el cuadro tan complicado por el que le ha tocado avanzar, Rafael Nadal ha vuelto a imponer su ley. No ha dado opción a la sorpresa y ha contenido el intento de rebelión del mejor aprendiz de su academia, que, tras un inicio errático, ha elevado su nivel de resistencia en el segundo set, pero para entonces ya ha sido demasiado tarde. El de Manacor, moviéndose muy bien, rápido de piernas, sin hacer apenas concesiones y desplegando todo su arsenal, ha marcado el guion del choque para renovar su hegemonía en el torneo redondeando el triunfo con un rosco ante un rival desbordado.
El cielo cubierto y las ráfagas de viento que generan los particulares remolinos de la Philippe Chatrier han impregnado un decorado que rápidamente ha tenido como banda sonora muchos decibelios a favor del mallorquín. La condición de debutante de Ruud en el encuentro decisivo de un grande ha sido uno de los elementos que ha querido exprimir Nadal, que ha insistido sobre el revés del noruego. El mallorquín no sólo ha dominado la gestión emocional y del escenario ante los lógicos nervios de su adversario, sino que también ha procurado que se jugara más tiempo a lo que quería. Ha conseguido el primer break en el segundo juego y, aunque no ha podido consolidarlo, ha vuelto a romper el saque del nórdico en el siguiente para poner cuesta abajo el set. Sin grietas en su servicio, ha sido mejor en los intercambios que proponía y su nivel de acierto le ha permitido anotarse la primera manga 6-3.
En la misma zona de saque en la que había entregado su primer servicio en el primer set, Nadal ha vuelto a sufrir un break en el cuarto juego del segundo (1-3 ). Rápidamente ha desactivado la alarma con un quiebre de vuelta. Ruud, como consumado especialista sobre tierra batida, ha visto que tampoco iba a tener suficiente con la batalla táctica ante el mejor estratega. Nadal, más consistente, ha ido imponiendo su jerarquía y ha enlazado cuatro juegos, con dos en blanco al saque, para poner a su adversario contra las cuerdas. Al resto se ha llevado el set 6-3 y su rival se ha desconectado.
El partido ya era una misión imposible para el alumno de la academia, al que se le ha hecho una montaña ver como el ganador de trece Copa de los Mosqueteros le daba una lección. Casper Ruud ha ido a menos y Nadal a más. El nórdico no ha encontrado respuestas al repertorio de golpes que le planteaba Nadal, que no iba a levantar el pie del acelerador. El mallorquín le ha roto el saque de nuevo en el segundo juego y ha consolidado el break para colocarse 3-0 con su octavo juego consecutivo. El noruego ha mirado a su banquillo y ha empezado a hablar solo en la silla. La sangría era imparable y Nadal, con un revés paralelo a la línea, ha cerrado el choque y ha abrochado otro éxito. Una nueva hazaña en París con otra exhibición.