Fátima Villar (Montevideo, 1997) atraviesa un momento muy dulce en las filas del San Pablo. La jugadora uruguaya es la brújula de un equipo que está yendo de menos a más y, además, lidera la clasificación de goleadoras del grupo 1 de Segunda División.
—Parece que el equipo ha ido de menos a más.
—Sí. Al principio hubo muchas incorporaciones y empezamos los entrenamientos un poco más tarde que otros equipos. Hacía falta tiempo porque nos estábamos conociendo, pero ya en los últimos partidos se notó la mejoría en el juego y que conectamos más.
—Usted es una de las pocas que siguen del curso pasado. ¿Qué diferencias ve entre esta plantilla y la anterior?
—Las incorporaciones se notan y suman muchísimo. Hay más juego, más jugadoras de calidad… Igual siento que faltan algunas más. Estamos esperando que venga la incorporación que nos falta –en referencia a Karen Torres ‘Japón’–. Tener una jugadora más de nivel se va a notar. No estamos para pelear por el playoff, pero estamos bien.
—¿Por qué les costó tanto arrancar bien la temporada?
—Vinieron jugadoras de diferentes lados y había que adaptarse a lo que quería el entrenador y a su juego. Para muchas, son cosas nuevas y hay que adaptarse a eso. Ahora también las jugadoras nos conocemos mejor. Era normal que costase un poquito al principio.
—A nivel particular, ¿cómo se encuentra?
—La verdad es que estoy muy feliz. A nivel deportivo, voy de menos a más, intentando aportar todo lo que se pueda al equipo no solamente con gol, sino con juego. Trato de hablar con las compañeras y ayudarlas. Por ejemplo, tenemos jugadoras muy jóvenes como Yara, a las intento transmitir confianza y ayudar.
—Desde fuera da un poco la sensación de que hay cierta ‘Fatidependencia’. ¿Sientes esa presión de tener que tirar del carro?
—Hay muchas jugadoras de nivel que no precisan de mí. En cuanto a la presión, yo no tengo presión. Sí que me siento un poco responsable, pero porque yo me siento así, de ayudar y siempre que juego me gusta ponerme al equipo en los hombros. Sin embargo, presión como tal no siento. Si la siento es en positivo y me sirve para dar lo mejor.
—Cinco goles en el último partido. No sé si has firmado un repóquer muchas veces.
—La verdad es que no recuerdo si lo hice alguna vez. Puede que sí, pero tampoco es algo que se dé muchas veces ni a lo que le dé importancia. Ahora mismo no me acuerdo.
—Va líder en la clasificación de goleadoras. ¿Se ve luchando por el trofeo de máxima artillera?
—Lo sé porque me lo pasan, pero no soy una persona que suela seguir eso. Si se da, estaría buenísimo, pero tampoco es algo que yo ande buscando. Cuanto más buscas los goles, menos se dan, así que juego sin pensar en eso.
—¿Qué retos o sueño tiene por cumplir aún en el fútbol sala?
—A mí me gustaría jugar un Mundial. Sería buenísimo porque ahora se hizo por primera vez. Me gustaría ganar algo con la selección como una Copa América o llegar a alguna final. Para mí, eso sería un sueño. Es difícil que se dé, pero sería un sueño.
—¿Cómo se siente en Ibiza?
—Estoy encantada con la gente, muy feliz. Estuve jugando en varios equipos y pasé momentos malos que me quitaron las ganas de jugar. Jugué la Copa América con Uruguay y me quedé con la espinita de seguir jugando. Había uruguayas en el San Pablo y me dijeron de venir porque quedaban cinco partidos y había que ganar cuatro. Acepté y fui conociendo al equipo y a los directivos, que son todos muy buena gente, y estoy muy contenta. El San Pablo me devolvió las ganas de jugar.