Mallorca 0 ? 0 Villarreal
Mallorca: Lux; Cendrós, Nunes, Ramis, Ayoze; Pereira (Aki, min. 59) Martí, Joao Víctor (Pina, min. 70), De Guzmán; Nsue (Castro, min. 85) y Webó.
Villarreal: Diego López, Mario Gaspar, Mateo Musacchio, Marchena, Catalá, Bruno, Borja Valero, Cazorla (Cani, min. 64), Marcos (Wakaso, min. 53) Senna, Nilmar y Rossi (Kiko Olivas, min. 75)
Àrbitro: Paradas Romero (comité andaluz). Amonestó a Martí.
Afalta de venganza, un nuevo paso hacia la permanencia. Y salvo que se produzca un desastre en el epílogo, el Mallorca se ha cubierto las espaldas antes de que se desate la tempestad definitiva. Los de Laudrup, bien posicionados inicialmente ante el encuentro más acolorado del curso, acabaron dando por bueno un empate que también le servía al Villarreal y aprovecharon las curvas de la jornada para seguir llenando la bolsa y mantenerse a la misma distancia del fuego que está arrasando el sótano de la clasificación. En un encuentro en el que la tensión que rebosaba de las gradas no llegó a trasladarse nunca al tapete, los baleares supieron ser prácticos, dosificaron sus fuerzas y decidieron agarrarse a la categoría tras comprobar que el guión sólo podía ir a peor. Un problema menos (0-0).
Llegaba al partido el Mallorca con el carburante justo. El cuadro bermellón, que en esta segunda vuelta del campeonato ha ido perdiendo gas por el camino, llevaba mucho tiempo aguardando la visita del Villarreal, aunque también había consumido las últimas semanas entre un rosario de dudas, alimentadas por el juego del grupo y los raquíticos resultados amasados lejos de Son Moix. Sin embargo, trató de alterar desde el principio su destino empujado por una afición desbocada y peleó de salida por el gobierno del centro del campo, consciente de que ahí se escondía la llave de la confrontación. Para alcanzarla, Laudrup le había devuelto a su formación la fisonomía habitual. Se apoyaba de nuevo el danés en las prestaciones de Cendrós como lateral diestro y devolvía a Joao Victor a su hábitat natural para contrarrestrar la mayor calidad del conjunto amarillo en esa parcela. Su fórmula ayudó a contener el caudal visitante y a mantener la tirantez del pulso, pero poco más. Uno y otro equipo necesitaron más tiempo del necesario para situar sus piezas sobre el tablero y apenas podían generar nada digno a partir de los tres cuartos del campo. El Mallorca sólo se rebeló con una buena jugada de fabricación colectiva que culminó con problemas Emilio (minuto 7) y el Villarreal respondió diez minutos después por medio de Nilmar, que cruzaba demasiado el balón al encontrarse cara a cara con Lux. Lo más positivo de esa acción para el conjunto castellonense es que a la defensa isleña le provocó un pequeño temblor de piernas que se alargó unos minutos. El tiempo justo para que la escuadra de Garrido cosiera su mejor oportunidad a la contra, abrochada con un remate al palo de Giuseppe Rossi (min.19). Sorprendentemente, no acusaban los amarillos el esfuerzo de su combate ante el Oporto en la Europa League y se mostraban enteros ante los empellones locales. Después, los ánimos de ambos se suavizaron y el partido entró en un bucle difícil de soportar. Sobre todo para el espectador, que empezaba a sentirse extraño entre las propias circunstancias del choque.
En el segundo tiempo iba a duplicarse la trama del primero, aunque con unos gramos más de intensidad en las filas baleares, mucho más aplicadas que las de su enemigo. En cualquier caso, el encargado de abrir el fuego fue el Villarreal, que sometió a Lux a un examen inesperado. El portero argentino, que había reaparecido en Santander para taponar la baja por lesión de Aouate, se hallaba en el punto de mira y cargaba sobre los hombros con una dosis de presión añadida. Por varias razones. No obstante, acreditó una seguridad aplastante en casi todas sus intervenciones y respondió a lo grande cuando el equipo necesitó su ayuda. La primera vez, a disparo de Nilmar, que ajustó a media altura su tiro con la zurda para encontrarse con una respuesta genial del Poroto. Después de mucho tiempo, parecía que se había ganado la complicidad de la grada. En este caso, el golpe del Villarreal apenas despeinó a un Mallorca que volcó sobre el tapete lo mejor de su inventario en los minutos posteriores, coincidiendo con el primer gran intento de reforma de Garrido. Su equipo se descuidó demasiado en defensa y Webó, totalmente solo en el área pequeña, no supo definir por alto ante Diego López, que blocó sin problemas su remate. Tres minutos después, con la grada todavía lamentando la oportunidad desaprovechada, al camerunés se le presentaba una reválida. Esta vez fue Nsue quien activó al africano, aunque el final fue exactamente el mismo.
La fase final del encuentro estuvo de sobra y sólo Lux, que volvía a ganarse a la grada desabaratando de nuevo los planes de Nilmar, le sacó punta a los últimos minutos. Mallorca y Villarreal acordaron una tablas que beneficiaban a uno y otro. Era el momento de aparcar la rivalidad con un solo objetivo: volver a encontrarse la temporada que viene.