Una semana después de su traumática descalificación por salida falsa en la final de 100 metros, el jamaicano Usain Bolt se sacó los demonios del cuerpo con una victoria inapelable en la final de 200 metros, convirtiéndose en el primer atleta que revalida su título desde que en 1987 lo hizo el estadounidense Calvin Smith.
Como había repetido muchas veces desde hace un mes, no dejó a su paso por Daegu un nuevo récord mundial, como tenía acostumbrado al público en las grandes ocasiones. Aquí sólo quería ganar y lo hizo con 19.40, la cuarta mejor marca de la historia.
Escarmentado por su inmenso error en el hectómetro, Bolt había pasado por las rondas precedentes del 200 asegurándose de haber oído bien el disparo antes de moverse. En la final, con 16 victorias seguidas en el trayecto, aprovechó el acoso del estadounidense Walter Dix para tomar impulso a la salida de la curva y hacer una recta imperial.
Dix, subcampeón de 100 metros el domingo pasado, terminó segundo en 19.70 y el francés Christophe Lemaitre, de sólo 21 años, volvió a escribir una página de oro en el atletismo europeo al colgarse la medalla de bronce con 19.80, nuevo récord personal.
Bolt dominó a su antojo su distancia predilecta, la que se adapta mejor a su gran envergadura, la que le dio su primera medalla mundial -una plata en Osaka'87, por detrás de Tyson Gay- y en la que no pierde desde el 14 de septiembre del 2007, cuando en Bruselas le batieron los estadounidenses Wallace Spearmon (19.88) y Xavier Carter (20.04). El jamaicano se quedó aquél día en 20.14.