La duda que pesaba sobre el dopaje del exciclista estadounidense Lance Armstrong durante toda su carrera profesional llegó a su final cuando el propio deportista admitió con toda la crudeza que no sólo se dopó sino que además era un auténtico «maestro» del consumo de sustancias prohibidas.
Durante la entrevista que ofreció a la periodista estadounidense Oprah Winfrey y que fue emitida a través del canal OWN, en horario de máxima audiencia en Estados Unidos, Armstrong respondió con un si a todas las preguntas relacionadas con el dopaje al que consideró como algo «normal» dentro del deporte del ciclismo ya que formaba parte de una «cultura».
Pero aun fue más lejos, cuando dijo que era «imposible» ganar el Tour de Francia sin consumir algún tipo de sustancia prohibida.
«No es posible», respondió Armstrong, aunque no quiso implicar a ningún excompañero u otros ciclistas.
Armstrong contestó afirmativamente cuando fue preguntado por si había consumido eritropoyetina (EPO), otras sustancias prohibidas como esteroides, dopado durante los siete Tours que ganó y que toda su vida había sido una mentira.
«El error es mío. Estoy sentado hoy aquí para reconocerlo y decir que lo siento», admitió Armstrong, quien reconoció haber consumido testosterona, hormona de crecimiento y cortisona, además de haber recibido transfusiones de sangre.
Pero el ganador del Tour de Francia desde 1999 hasta 2005 defendió que a partir de la séptima victoria fue el último en el que compitió dopado.
«La última vez que crucé esa línea fue en 2005 y eso fue lo que me enfureció del informe de la USADA (Agencia Antidopaje de Estados Unidos), donde se me acusa que también me dopé en el 2009 y 2010», destacó Armstrong. «Cuando volví en el 2009 corrí limpio».
Sobre las acusaciones de que obligó a sus compañeros de equipo a consumir productos prohibidos para correr a su lado, Armstrong respondió: «Rotundamente no, sé que no soy la persona más creíble del mundo ahora mismo, pero no hice eso».
La entrevista estuvo intercalada con cortes de vídeo en los que el excorredor negaba aquello que acababa de confesar. También imágenes montado en la bicicleta o en el podio del Tour, en los Campos Elíseos de París. Armstrong no pudo ser más duro consigo mismo: «Me veo como un estúpido arrogante».
Armstrong también fue consciente durante la primera parte de la entrevista del enfado y rechazo que tiene la opinión pública y especialmente los que siempre lo apoyaron.
«He empezado a entenderlo ahora, veo el enfado de la gente, la traición y decepción en la gente que me apoyó, que me creía, que creía en mí. Tienen razón en sentirse traicionados y es mi error, pasaré el resto de mi vida intentando recuperar la confianza y pidiendo disculpas».
Pero admitió que en estos momentos de su vida es más feliz que anteriormente.
«Me siento mucho mejor, soy más feliz, porque me siento aliviado de haber dicho la verdad y haber reconocido todo lo que ha sucedido en mi vida profesional como ciclista», destacó.
Armstrong rechazó que la polémica donación económica a la UCI (Unión Ciclista Internacional) fuera para encubrirle: «No soy un admirador de la UCI pero eso es rotundamente falso».
Sin embargo, el exciclista estadounidense admitió que hay personas a las que ofendió gravemente y con las que quiere hablar para pedirles perdón personalmente.
Una de ellas es Emma O'Rilley (masajista del equipo US Postal) a la que reconoció que había llamado «prostituta» cuando dio a conocer la historia de la cortisona que se inyectaba en 1999 y que fue cierta.
«Quiero hablar con ella para disculparme. La historia de la cortisona en 1999 es cierta», señaló Armstrong. «Fue un modo de ataque, trataba de proteger al equipo porque Floyd Landis me avisó que había confesado, que había grabado todo y que lo iba a dar a conocer. Le dije que hiciera lo que tuviera que hacer y me dejara en paz».
Armstrong concluyó la primera parte de la entrevista con la admisión en su pensamiento de que la historia del dopaje se mantendría por mucho tiempo, pero el descubrimiento de la verdad sólo fue posible cuando comenzó la investigación federal.
«Ese fue el punto de partida del descubrimiento de la verdad y luego el que mi gran amigo y compañero George Hincapie fuese llamado a declarar», subrayó Armstrong. «Cuando lo llamaron supe que mi destino había quedado marcado para siempre».
Armstrong dijo que Hincapie lo acompañó en todos los años de su carrera profesional, sabía la verdadera historia y por lo tanto cuando habló todo se acabó.
«Sigue siendo mi gran amigo, hablamos una vez por semana, no culpo a George (Hincapie) de todo».