El mallorquín Rafael Nadal cedió el primer set en lo que va de torneo, salvó tres puntos que le hubieran costado otro más, pero al final logró dominar al talentoso jugador búlgaro Grigor Dimitrov, por 3-6, 7-6 (3), 7-6 (7) y 6-2, en tres horas y 37 minutos, para alcanzar las semifinales del Abierto de Australia.
Ahora, el campeón del 2009 espera en esa ronda al ganador del encuentro entre el suizo Roger Federer y el británico Andy Murray,
Vendada su mano izquierda para proteger la llaga que tiene abierta en la palma del roce de la raqueta Nadal sufrió para doblegar al búlgaro de 22 años, que actuaba por primera vez en los cuartos de un grande.
«He tenido mucha suerte en el desempate», señaló Nadal, «y he sufrido mucho», añadió el jugador de Manacor que explicó que sus principales problemas con el vendaje de protección lo pagó su saque, ya que algunas veces su raqueta se le escapaba.
«Sentía que la raqueta se me iba. Debo intentar mejorar, y estar preparado para el partido que viene contra Federer o Murray. La llaga esta mejor, pero no puedo jugar sin la protección», comentó.
El conocido refrán «gato con guantes no caza ratones» se hizo realidad en Rafa, porque a su mano le faltaba sensibilidad en los agarres, especialmente para conectar su derecha y aguantar con su saque después. Al no poder cerrar bien la empuñadura y sentir con naturalidad el toque, Nadal juega disminuido.
Así cedió dos veces su saque con doble fatal final y cometió siete de ellas en todo el encuentro. Y su tarjeta mostró 47 errores no forzados, 27 de derecha, demasiados en su cuenta.
Problemas técnicos
Ya tenía Nadal demasiados problemas técnicos para controlar a un adversario, que había dejado en la cuneta al canadiense Milos Raonic cuando a todo esto se añadieron una docena de apasionados aficionados búlgaros que además de animar a su compatriota se enfrentaron enfurecidos y de forma descarada al español cada vez que Rafa se acercaba a su área para gritarle en su cara.
«Me están faltando al respeto» se escuchó decir a Nadal dirigiéndose al juez de silla, el brasileño Carlos Bernardez, que no supo detener estas agresiones verbales que Rafa sufría.
Dimitrov estuvo formidable con su servicio. Ganó el primer punto del partido con saque directo, una indicación de como iba a defenderse en este duelo, y acabó con 16 marcando uno a 219 kilómetros por hora. Supo aprovecharse de los fallos de Nadal para escaparse en el marcador, e incluso tuvo el partido en sus manos de haber concretado tres puntos de set en el tercer parcial, dos de ellos en el desempate, que falló con sendos «regalos» de derecha con Nadal casi vencido, propios de su falta de experiencia.
Ahí firmó su sentencia de muerte el novio de la rusa Maria Sharapova, que aunque dejó constancia de su clase y gran talento y salvó tres bolas de partido, no supo rematar a Nadal cuando le tuvo a tiro, y acabó sumando su cuarta derrota ante el español.
La experiencia de Nadal, ganador de 13 títulos del Grand Slam, con tres llegadas a las semifinales en Melbourne, título incluido en 2009, y 21 semifinales firmadas en total en los grandes, impulso al de Manacor en el cuarto set en el que ya dominó a placer, respirando con algo más de tranquilidad tras un partido agobiante.