Real Madrid 1 - 2 Atlético de Madrid
Real Madrid: Casillas; Arbeloa (Varane, min. 76) Pepe, Sergio Ramos, Coentrao; Kroos, Modric, James Rodríguez; Bale (Isco, min. 71), Benzema (Chicharito, min. 64) y Cristiano Ronaldo.
Atlético de Madrid: Moyá; Juanfran, Godín, Miranda, Siqueira; Raúl García, Gabi (Arda Turan, min. 60), Tiago, Koke; Raúl Jiménez (Griezmann, min. 64) y Mandzukic (Mario Suárez, min. 76).
Goles: 0-1, min. 10: Tiago; 1-1, min. 26: Cristiano, de penalti; 1-2, min. 76: Arda Turan.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Mostró cartulina amarilla a James Rodríguez (min. 19), Chicharito (min. 66) y Modric (min. 84) por parte del Real Madrid y a Godín (min. 22), Siqueira (min. 25), Mandzukic (min. 41), Gabi (min. 54), Miranda (min. 86), Mario (min. 89) y Koke (min. 90) por parte del Atlético de Madrid.
El Atlético de Madrid volvió a ganar en el Santiago Bernabéu al Real Madrid (1-2), por segunda vez consecutiva en Liga, para mostrar las carencias de un equipo lastrado por un verano extraño que tiene a un nuevo rival en la Liga, el cuadro rojiblanco, que ha convertido sus pesadillas blancas en sueños muy golosos.
Hace años, un Real Madrid-Atlético era un encuentro destinado a la victoria para los locales. Por sistema, casi ocurrió así durante casi una década de apagón rojiblanco en estos duelos. Nadie podía imaginar que las tornas iban a cambiar. Ahora es el Atlético el equipo pesadilla del Real Madrid.
Desde que el cuadro de Simeone ganó aquella Copa del Rey al Real Madrid en el Bernabéu hace un año y cuatro meses, el vecino rico del equipo del pueblo, como denominó así Simeone a su club hace un año, la tendencia ha ido cambiando y ha pasado del abuso le madridista a una igualdad tremenda que ha traído el máximo respeto de los blancos hacia sus rivales.
El último golpetazo se lo llevó tras perder la Supercopa de España en la que fue la venganza atlética de la terrible derrota en la final de la Liga de Campeones en Lisboa. Después de aquellos dos últimos partidos entre ambos, la tensión propia de los duelos históricos, cuando el Atlético era igual de grande que ahora, reaparecía por fin después de una dualidad tremendamente aburrida entre Real Madrid y Barcelona que duraba unos cuantos años.
El Atlético aportó oxígeno al fútbol español con su título de Liga. El campeonato era muy tedioso hasta la aparición de un tercer candidato que revitalizó el interés que ya poco importaba en el monopolio Madrid-Barcelona. Lo logró con un fútbol comprometido, técnico y para «hombres», como definió Ancelotti en la previa del partido.
El fútbol es sinónimo de contacto y así lo entiende el Atlético, que comenzó otro duelo más, el tercero en un mes, con dos recados del mexicano Raúl Jiménez y de Raúl García a Sergio Ramos y Fabio Coentrao. En dos minutos, los primeros. Había que marcar territorio y lo lograron. Sin tapujos, desde el principio. Las intenciones eran claras. Había que mostrar las cartas, nada de esconderlas.
El Atlético, con la novedad del mexicano sobre el campo para acompañar a Mario Mandzukic arriba, propuso una idea de fútbol roma, algo espesa y que le sirvió durante unos pocos minutos, los que tardó Tiago Mendes en abrir el marcador. De nuevo, el Real Madrid, en uno de sus males endémicos esta temporada, dejó libre al portugués de marca (despiste de Benzema) y en un córner remató a la red el primero de la tarde.
Fue el único remate entre los tres palos del Atlético en toda la primera parte. No hubo más. Sólo dos disparos mansos de Koke Resurrección y de Jiménez que se marcharon fuera. Esa fue toda la propuesta atlética, que basó su juego en balonazos del portero Miguel Ángel Moyá a la zona de arriba y en esperar algún contragolpe que no llegó.
Al Real Madrid le costó sacudirse ese susto del cuerpo. Había muchos debates que cerrar desde la estrepitosa derrota en San Sebastián ante la Real por 4-2. Algunos parece que no se cerrarán nunca. El de Iker Casillas puede ser incluso demasiado recurrente. El portero blanco, que cumplía 15 años desde su debut, fue silbado desde el principio por un sector del estadio cada vez que tocaba la pelota. No hay piedad ni paciencia para algunos con un mito madridista.
Si la hay para Toni Kroos. No necesitará paciencia. Él mismo se consolida con sus actuaciones. Xabi Alonso, aunque será recordado siempre, pasará al olvido con el tiempo. El alemán es una máquina de hacer fútbol y de abarcar campo. Se habló de Asier Illarramendi para tapar huecos ante la ausencia de Sami Khedira, pero no hizo falta. Kroos se bastó el solo.
Lo hizo junto a James. El colombiano aún necesitará tiempo para acabar con otro debate, el de Ángel Di María. Ese nombre son palabras mayores. De momento, cumple. No es el argentino, pero frente al Atlético se sacó algún truco de la chistera y enseñó los dientes en alguna ocasión. Pero necesita más tiempo y más adaptación. Lo tendrá difícil.
Jugó en la izquierda, se adaptó al 4-4-2 de Ancelotti y que despistó a sus rivales. Sobre todo por la posición de Cristiano, que se colocó en la punta de ataque junto a Benzema con libertad total de movimientos. Apareció por la derecha, por la izquierda y por el centro. Fue casi incontrolable. Un auténtico incordio.
El Madrid, con ese sistema, y tras el accidente del gol de Tiago, comenzó a carburar como una máquina dirigida por Kroos. No está afinada del todo, pero sí dejó sin argumentos al Atlético, que se encomendó a Moyá para mantener la ventaja. El ex portero del Getafe salvó unas cuantas antes del descanso, pero no pudo evitar el gol de Cristiano, de penalti, tras una entrada de Guilherme Siqueira dentro del área.
Antes evitó el tanto de la igualada tras parar un disparo de falta de Bale y un cabezazo de Benzema a bocajarro que salvó de forma soberbia. Él se encargó de salvar a su equipo, que se marchó al vestuario con un empate que supo a gloria. Los datos son claros: el Atlético disparo una vez a puerta y dos fuera. El Real Madrid, lo intentó ocho veces. Alguna fue clarísima. Sólo pudo marcar de penalti, pero bastó para igualar la contienda.
Simeone reaccionó a los quince minutos de la segunda parte. Quitó del campo a Gabi y sacó al turco Arda Turan. Poco después, saltó al campo Antoine Griezmann por Raúl Jiménez, poco acertado en su debut. El técnico argentino necesitaba algo de creación, más imaginación y elaboración. Y también un poco de fútbol directo. El otomano y el francés podían dárselo y por eso lo intentó. Su equipo necesitaba aires nuevos a gritos.
La entrada de ambos frenó la creación de juego blanca. El Real Madrid se atascó y el Atlético consiguió retener un poco más a pelota. Las ocasiones casi brillaron por su ausencia en ambas áreas y el partido parecía destinado a resolverse en alguna de las pocas oportunidades que aún tenían que llegar.
Se llevó el gato al agua la escuadra rojiblanca. La segunda propuesta de Simeone había conseguido desquiciar al Real Madrid y una jugada entre Griezmann y Juanfran acabó en las botas de Arda Turan, que no falló delante de Casillas.
Era el minuto 76 y al Madrid le quedaba muy poco para evitar otra pesadilla atlética en el Bernabéu. Isco y Chicharito intentaron desatascar a su equipo, pero no fue posible. Enredado en tanto debate, el Real Madrid sólo carburó durante 45 minutos.
Una propuesta más atractiva alejada del guerreo y del juego simplón bastó al Atlético para enredar a un equipo que corre peligro de vivir extrañamente de un pasado muy reciente. El Real Madrid fue incapaz de acercarse a la portería de Moyá en la segunda parte.
No pudo aprovechar sus mejores momentos, cuando olvidó que el Atlético es su pesadilla más reciente y cuando los rojiblancos jugaron a una cosa que no les benefició. Los pitos a Casillas, algún grito perdido de «Florentino dimisión» y la ausencia de Di María pueden ser un lastre para un equipo que ya ha perdido dos partidos seguidos y se aleja del que este año puede ser el nuevo dúo dominador: el Atlético y el Barcelona.