Atlético de MAdrid 2-0 Galatasaray
Atlético de Madrid: Oblak; Gámez, Giménez, Godín, Filipe; Gabi, Tiago (Saúl Ñíguez, m. 75), Koke; Griezmann (Vietto, m. 67), Fernando Torres y Yannick Carrasco (Óliver Torres, m. 70).
Galatasaray: Muslera; Denayer (Olcan Adin, m. 25), Chedjou, Semih Kaya, Hakan Balta (Sinan Gumus, m. 77); Bilal Kisa (Umut Bulut, m. 63), Paul Karacan; Sabri Sarioglu, Sneijder, Yasin Öztekin; y Podolski.
Goles: 1-0, m. 13: Griezmann cabecea un centro de Gabi. 2-0, m. 65: Griezmann culmina una jugada individual de Gabi.
Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Amonestó al visitante Semih Kaya.
Incidencias: partido correspondiente a la quinta jornada del grupo C de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 48.000 espectadores.
El Atlético de Madrid aseguró su billete para los octavos de final de la Liga de Campeones desde los pases de Gabi Fernández y los goles del francés Antoine Griezmann, decisivos para un triunfo muy cómodo con el Galatasaray (2-0) y para el asalto al liderato del grupo C, aún pendiente de una victoria en Lisboa.
En un ejercicio más incontestable de lo que dice el marcador del conjunto rojiblanco, dueño del encuentro de principio a fin, entre el capitán y el internacional galo desmontaron con sus goles a un flojo adversario. Gabi asistió, Griezmann remató y el Atlético ya está entre los dieciséis mejores de Europa por tercer año seguido.
El partido siempre fue suyo, desde su salida potente, desde la ambición que demostró desde el primer segundo del duelo y desde su presión alta, insuperable para el Galatasaray, un equipo hoy a una distancia sideral del conjunto rojiblanco por intensidad, competitividad, calidad técnica, orden táctico, juego... por todo.
Sólo la ocasión del holandés Wesley Sneijder, allá por el minuto 11, con un disparo demasiado cruzado por unos centímetros, alteró la sensación de que el marcador sí o sí sería para el Atlético, una convicción refrendada con hechos instantes después, desde la presión arriba que puso en marcha para robar el balón rápido en campo rival.
Por ahí, en el minuto 13, ya había tenido muchísimos problemas el conjunto turco para salir de su campo con la pelota controlada, como sucedió por enésima vez en ese momento, cuando Gabi rebañó el balón a un adversario. La jugada, después, terminó con el capitán, de nuevo, centrando desde la banda derecha y el testarazo del francés Antoine Griezmann, tan solo como certero cuando conectó el remate.
El gol, la traslación al marcador de que el Atlético jugó desde el inicio a una velocidad más que su contrincante con y sin posesión, y eso en el Vicente Calderón, en un partido transcendente y en una competición como la Liga de Campeones es casi decisivo, acomodó al conjunto rojiblanco hacia un partido aún más controlado.
Sin apenas ocasiones, eso sí, solo un tiro lejano y centrado de Griezmann y unos cuantos amagos sin resolución final sobre la portería del uruguayo Fernando Muslera durante un buen rato, el mismo en que el Galatasaray apenas cruzó su medio campo, incapaz de poner de nuevo en discusión los puntos y la clasificación a octavos.
Era del Atlético. Ni una sola duda le planteó el Galatasaray, que llegó siempre tarde a la presión, detrás de una pelota que casi nunca encontró el sitio ni el momento ni la fórmula de hacerla suya, ni para recuperarla ni para manejarla, superado por el conjunto rojiblanco en cada metro del campo, aún a falta de algún gol más.
Porque al equipo madrileño, mandón con la pelota, insistente por las bandas y paciente ante el repliegue de su oponente, le faltó profundidad camino del descanso, al que llegó muy por encima en todos los aspectos del juego, pero sólo un gol por delante. Una cuestión de desborde en los últimos metros más que de remate.
Le cuesta al Atlético en casa últimamente la confrontación contra defensas cerradas. Le ocurrió contra el Sporting de Gijón y le pasó durante muchas fases de todo el primer acto frente al Galatasaray. Dirigió bien el balón hasta el área contraria, pero le faltó el pase final, y por extensión el último remate, para haberse ido al intermedio con el partido resuelto sin esperar a la segunda parte.
Tuvo el 2-0 el belga Yannick Carrasco nada más reanudarse el juego, pero chocó con los reflejos de Muslera, como también Koke en un remate instantes después, tras una galopada de Fernando Torres, cuyo disparo en la siguiente ocasión se marchó alto, a córner, porque un rival, Sabri Sarioglu, en un gesto nada habitual, admitió que la había tocado y corrigió la primera decisión del árbitro.
Recibió el aplauso de la grada, expectante, por momentos impaciente, por un marcador corto, abierto a sobresaltos, por mucho que el equipo turco ni atacaba ni se le esperaba, atascado en un juego anodino y impotente, más aún cuando el Atlético sentenció el duelo superada la hora de juego, algo más que previsible.
De nuevo, entre Gabi, con una preciosa jugada individual, con un recurso de un túnel incluido dentro del área y con el regalo del 2-0 para Griezmann, el goleador de la clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones. El objetivo ahora es el liderato, pendiente de la última jornada en Lisboa. Necesita una victoria.