La Federació Balear de Golf (FBG) ha iniciado la temporada con un nuevo reglamento que pone coto a la presencia de padres y acompañantes en su circuito reservado a las categorías inferiores. La iniciativa limita las zonas destinadas al público y ha propiciado el rechazo por parte de padres y técnicos, que apuntan a una falta de libertad para presenciar y moverse en los torneos, el déficit de seguridad en las competiciones y la imposibilidad de los entrenadores de seguir las evoluciones de sus pupilos en la competición. Las voces más críticas ya han iniciado una serie de contactos con la Fiscalía de Menores y los diferentes estamentos deportivos para expresar su desaprobación y malestar hacia una norma que consideran que vulnera sus derechos.
Los conflictos entre padres y su influencia negativa como ejemplo para los más jóvenes no es cuestión exclusiva de otros deportes que han acumulado episodios deleznables. Las quejas suscitadas el pasado curso han sido la gota que ha colmado el vaso de la FBG, que ha apostado por un reglamento no exento de polémica al romper con el pasado, con la normativa nacional y las fórmulas de otros deportes. La FBG, que ha aprobado la norma en su junta directiva y está apoyada por una amplia mayoría de las escuelas según los dirigentes de la territorial, tiene potestad para dar forma a su reglamento y ha recibido el visto bueno de la Real Federación Española de Golf (RFEG). La entidad ha consultado a los servicios jurídicos de la conselleria de Transparència i Esports la idoneidad de la regla, que, en cualquier caso, asegura que se trata de una prueba para los primeros torneos de la temporada.
La normativa vigente para las competiciones de la RFEG estipula que los acompañantes podrán seguir al jugador dejando un margen de 50 metros y especifica que el incumplimiento y el hecho de dar instrucciones puede suponer la descalificación. Esta misma regla había regido en las competiciones del panorama regional hasta el año pasado, pero la desobediencia de los padres y la compleja tesitura de sancionar a un jugador por el comportamiento de su acompañante ha sido uno de los detonantes para que la territorial optase por impedir que puedan seguir el recorrido y ubicarlos en espacios acotados.