Carmen Calvo, la vicepresidenta del Gobierno más débil de la historia democrática española, sostenido con tan solo 84 diputados, aboga por una regulación junto a nuestros socios europeos del Derecho a la libertad de prensa. «Debemos tomar decisiones que nos protejan», dice Calvo que se siente atacada por las que ella y el PSOE en su conjunto denominan ‘Fake news'.
Es natural. No es lo mismo atacar que ser atacado. Pero debería explicar la vicepresidenta dónde están las noticias falsas de las que hay que protegerse. ¿Se refiere a las que sugieren que el presidente del Gobierno más débil de la historia democrática española, Pedro Sánchez (que además prometió convoca elecciones que ahora no se plantea convocar) pudo plagiar su tesis doctoral, si es que no se la hizo otra persona? ¿Acaso se refiere a las que apuntan que la exministra Carmen Montón obtuvo un máster en la Universidad Rey Juan Carlos inmerecidamente? ¿Quizás refuta como falsas las repugnares conversaciones de la ministra de Justicia con el excomisario Villarejo, que todos hemos podido escuchar? ¿O será que las informaciones sobre la compra de un chalé por parte del ministro Pedro Duque no han resultado rigurosamente ciertas?
Pedro Sánchez amenazó mediante burofax a los medios de comunicación que se atrevieron a informar sobre su tesis doctoral con acudir a los tribunales. Ahora redobla el pulso anunciando una regulación para amordazar a la prensa. Justifica la vicepresidenta una medida tan drástica en que “el destrozo son los derechos del otro y en algunos casos irreparables”.
Cuando los que sufrían graves daños eran sus rivales políticos, nunca oímos a ningún socialista abrir la boca. Pero ahora que han caído ya dos ministros del Gobierno España y otros dos están en la picota, amén del mismísimo presidente del Gobierno más débil de la historia de la democracia española, hay que regular la libertad de prensa para acabar con las ‘Fake news'.
Daba por hecho que inmediatamente saltarían los independentistas catalanes, Podemos, PNV, -y hasta el infeliz de Valtonyc- y todos cuantos arrancándose mechones de cabello clamaban entre alaridos que el Gobierno Rajoy impulsaba una involución democrática que nos llevaba directos al franquismo. ¿Ustedes los han oído? Yo no. Y es que hay cosas que si las hace la derecha es fascismo e involución y si las hace el PSOE se trata de proteger la democracia. Ya ven. Y pensar que en octubre de 2017 Margarita Robles aseguró que el PSOE «va a ser siempre en contra de cualquier medida que trate de limitar el derecho a la libertad de expresión y de comunicación».
Vergüenza ajena
El Tribunal Supremo ha vetado la investigación sobre el máster de Pablo Casado. Nada que no hayamos visto antes en demasiadas ocasiones. Parece que los socialistas se olvidan que algo parecido sucedió cuando el Supremo se opuso en 2013 a investigar por tráfico de influencias al ministro de Fomento, José Blanco, en contra del criterio del juez instructor. ¿Recuerdan el episodio del ministro recogiendo a un empresario en una gasolinera en el coche oficial? Si lo de Pablo Casado resulta repugnante, imagínense lo de Pepe Blanco. Pero de eso no se acuerdan los socialistas.
Y es que si ante una misma actuación, la hace un ‘popular' merece arder en el infierno. Pero si quien la protagoniza es un conmilitón de sus propias huestes, no pasa nada, no tiene nada que ver y «no todos somos iguales». Claro, claro…
Si hubiese sido la alcaldesa del PP quien hubiese contratado a Caydy Cain, un rapero que es autor de temas que denigran a la mujer y a los homosexuales, para actuar en las Festes de la Terra, arde Vila. Pero si quien lo hace es el concejal Agustín Perea, quien encima tiene la desfachatez de defender al interfecto en el pleno municipal y reprochar a la oposición que no estuvieran en la actuación, aquí no pasa nada. Muy lamentable. Al final el feminismo del que tanto presume el alcalde Rafa Ruiz se limitará a poner faldas a los muñecos de los semáforos. Ver para creer.