Francisco Vallejo Pons (es Castell, Menorca, 1982) es el mejor ajedrecista español de los últimos 20 años y actualmente ocupa el puesto 33 de la clasificación mundial. Vallejo se encuentra en Moscú disputando el Chess Star, un torneo dotado con 250.000 euros en premios. El menorquín es el único jugador occidental en el evento y entre sus contrincantes se encuentran Serguei Karjakin, gran defensor de Putin, o Alexander Grischuk, que mostró hace unos meses su oposición a la guerra de su país contra Ucrania. «Soy una persona que siempre cumple las leyes, aunque algunas de ellas me hayan perjudicado grave e injustamente, como ha ocurrido en mi litigio de varios años con Hacienda. Por cierto, antes de que retiraran la denuncia en los juzgados y me dieran la razón, todavía no han contestado a mi reclamación por daños y perjuicios… Estas actuaciones legales de Hacienda me han obligado a residir fuera de España, con la consiguiente merma de ingresos agravadas por el parón económico que significó el COVID», explica Vallejo desde su hotel, situado en las afueras de la capital rusa.
La ley
Vallejo asegura que no hay ninguna ley que prohíba jugar en Rusia, «igual que ninguna ley impide a los jugadores de este país participar en torneos en Europa. He vivido en Moscú muchos meses y tengo muchos vínculos emocionales con un país que ama el ajedrez, patria de grandes campeones, algunos de los cuales participaron en los recordados torneos de Palma de Mallorca en los años 60 y 70 del siglo pasado. No había relaciones diplomáticas entre España y la URSS, pero esto no impedía que deportistas de uno y otro país intervinieran en pruebas no oficiales», comenta.
El gran maestro menorquín tiene claro que «la política es para los políticos y el deporte para los deportistas. No puedo cuestionar cada invitación enmarcándola en una cuestión política y según me interese, emulando a Groucho Marx, con unos principios u otros. He jugado en muchos países en los que la pena de muerte está vigente, algunos de ellos del primer mundo; en otros donde según Amnistía Internacional las torturas son habituales; incluso he disputado un Campeonato del Mundo de la Federación Internacional (FIDE) en la Libia de Gadafi. Al final, si nos ateniésemos únicamente a criterios morales soló podría jugar al ajedrez con algún vecino de Es Castell con certificado eclesiástico de buena conducta y sin antecedentes penales. Por eso, sin cuestionarlas y aunque tenga mi propia opinión de algunas de ellas, me atengo a lo que dicten las leyes», señala no sin ironía.
En cuanto a la guerra de Rusia y Ucrania, Vallejo dice: «Por supuesto que estoy en contra de los conflictos armados, del hambre en el mundo, de las injusticias sociales… ¿Quién no puede estar en contra de esto? Por eso, en la medida de lo posible, aporto mi pequeño grano de arena contribuyendo en acciones sociales de manera desinteresada con el ajedrez como bandera y forma de unir a las personas, no de desunirlas, sin importar las diferencias culturales, económicas o religiosas».