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El juego de la vida

El juego de la vida.

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Desde muy pequeña me fascinaban las estrellas, los minerales, los extraterrestres y el antiguo Egipto. Me encantaba jugar con la transmisión del pensamiento y los déjà-vu. Desde el punto de vista de mi familia, mi fantasía era espectacular ya que hablaba de otras vidas mientras ellos intentan comprender si yo era de letras o de ciencias.

Pero a mi lo que me interesaba de verdad era los movimientos internos del ser humano. El lazo entre los hechos históricos y los movimientos literarios, que llegan a ser la base de la comprensión del ser humano analizando las causas y efectos.

Me inscribí a la Facultad de Letras donde tampoco encontraba las Respuestas (estas que se escriben en mayúsculas). Con 21 años regresando a casa, me dormí conduciendo y mi coche cayó por un terraplén. Abrí la ventanilla del lado del pasajero con mi cabeza y después de hacer una visita al más allá, supe que tenía una misión en esta vida. Estuve ingresada en reposo absoluto y los médicos no daban ni un duro a que yo pudiera salir con mis propios pies. Pese a ello, a la semana decidieron mandarme a casa donde empeoré por dejar de estar tumbada y algunas partes de mi cerebro ya no hacían contacto, quedando paralizada del lado izquierdo del cuerpo y sin habla.

Hice año y medio de rehabilitación donde todos estaban conformes con los resultados menos yo. No podía aceptar que nunca más pudiera volver realizar nada que requiriese equilibrio y coordinación, como correr, usar tacones o ir en bici. Me decían que no podría volver a hablar con fluidez. Los ejercicios eran aburridos hasta que encontré el lado lúdico. Como si de un juego se tratara, buscaba los comandos en mi cerebro para poder hacer las cosas. Me paraba a observar como reaccionaba mi cuerpo a determinados estímulos eléctricos. Es fascinante volver a vivir la etapa de aprender a caminar y hablar siendo consciente de tus emociones y de cómo vas evolucionando. Hacía un Pilates funcional sin saberlo...

Los médicos seguían creyendo que no podía recuperarme. Yo creía en mí. Podía cambiar mis pensamientos limitantes por inspiradoras afirmaciones que me otorgaban la llave para abrir el candado de la resignación que cerraba la jaula del miedo. Necesitaba enfrentarme a la vida y salir de mi zona de confort y me marché a España. Unos años más tarde, supe que, mis hasta entonces fantasías, tenían nombres tales como reiki. Además, cayó en mis manos un libro de una tal Louise Hay.

A partir de aquel momento leí, aprendí, me formé en aquello que era ya parte de mí. Estudié flores de Bach, yoga, astrología, reiki y todo lo que me parecía conocer desde hace más tiempo que mi experiencia terrenal pudiese recordar.

En 2012 me regalé una de las mejores vivencias que he tenido hasta la fecha. Fui a Escocia para disfrutar de un fin de semana con los mismísimos Louise Hay, Wayne Dyer, Brian Weiss y muchos otros maestros que nos abrieron mente, corazón y emociones. Durante el viaje de ida y gracias al retraso del avión volví a sentir la necesidad de escribir después de mucho tiempo.

Así nació mi primer libro Atrévete a ser feliz. Mil copias vendidas y el comienzo de mi trayectoria como escritora sin dejar atrás mi faceta de terapeuta y formadora. A este libro le siguió Sentir y ¡Hola! Soy tu niño interior. El próximo está a punto de salir del horno bajo el título de El bosque mágico. Será un libro ilustrado de educación emocional para niños.

LLEGAR A NUESTRO NIÑO INTERIOR

Louise Hay una vez dijo que el único atajo para resolver y sanar un problema en terapia era llegar al niño interior. Sanar nuestras emociones. Desbloquear El ser humano está compuesto por el aspecto físico, mental, emocional y espiritual. Cuando dejamos de lado la curiosidad, el juego y el movimiento nos hacemos mayores y no al contrario.

Llevo más de veinte años dedicándome a mi profesión. He tenido el privilegio de poder viajar a lo largo de la Península y conocer muchas personas interesadas en vivir mejor. Cuando reconectan con las motivaciones que les hacían brillar los ojos cuando eran pequeños, recuperan el entusiasmo, brincan y se activan.

Cuando sanamos nuestras emociones, conectamos con el amor hacia nosotros mismos y nos abrimos a la vida recuperando vitalidad y ganas de hacer y vivir.

Conecta con tu niño interior, desafía tus límites. ¡Juega con la vida!. Por ejemplo, en Bienestar Ibiza, situado en el número 6 de la calle Sant Joan de de Santa Eulalia,(670 80 30 85). Más información en www.alessandrarossin.com

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