Fallecidos André Courréges en 2016 y Hubert de Givenchy en 2018, era Emanuel Ungaro uno de los últimos genios de la costura francesa. Tras su muerte el pasado diciembre a los 86 años, París pierde a uno de sus más insignes creadores. Nacido en la sureña Aix-en-Provence en 1933, Ungaro era de origen italiano. Su familia había emigrado al sur de Francia desde la región de Apulia. Su padre, Cosimo, era sastre, y fue él quien enseñó a Emanuel a cortar y coser desde muy joven. No en vano uno de los primeros juguetes que Emanuel recibió fue una máquina de coser.
Al cumplir 22 años, Emanuel se desplazó a París, donde consiguió formar parte del equipo de alumnos aventajados del gran maestro Balenciaga desde 1958. Curtido y tras haber aprendido en el mejor atelier del mundo, Ungaro se fue a trabajar con el también aprendiz de Balenciaga André Courréges, hasta que se lanzó por su cuenta en 1965. Moderno, discreto y decidido, se aficionó a diseñar prendas escuchando música clásica y ópera, pasión heredada también de su padre.
Durante 30 años se ocupó de «embellecer» a mujeres insignes como Jacqueline Kennedy, Catherine Deneuve, Carolina de Mónaco, La Begun Salima, Lee Radzwill, la duquesa de Windsor, Lauren Bacall, Ira de Furstenberg o Anouk Aimée y grandes damas de la sociedad internacional. Sus diseños tenían siempre un allure de un chic contemporáneo, con dibujos muy marcados y grandes drapeados que marcaban embelleciendo la silueta femenina. En 1968 creó su primera colección de prêt-à-porter que llamó Paralléle e inauguró su tienda en la Avenue Montaigne de París, Ungaro ‘Uomo’ se lanzó en 1973 y sus perfumes vieron la luz en las décadas de los 80 y los 90.
Cuando a mediados de los 90 su negocio empezó a flojear, Emanuel Ungaro decidió vender la mayor parte de su empresa al grupo italiano Ferragamo, con la intención de que la compañía florentina desarrollara sus creativas colecciones de zapatos y bolsos. En 1998 recurrió a Giambatista Valli, previamente director creativo de Krizia, para seguir desarrollando colecciones de costura para sus 200 clientas fijas y admiradoras de los cinco continentes.
Fue en ese mismo año, 1998, cuando Ungaro creó el precioso vestido de novia que Eugenia Martínez de Irujo lució en su boda con el torero Francisco Rivera Ordóñez. Hasta 2004 Valli y Ungaro trabajaron mano a mano, algo que imprimió un toque especial a las prendas de Giambatista. Y en esa fecha, por un malentendido con la esposa de Ungaro, Laura, directora de comunicación de la empresa, Valli dejó el dúo creativo.
Ungaro vendió en 2005 su marca al paquistaní Assin Abdullah por 84 millones de dólares y decidió retirarse profesionalmente. En lo personal, Emanuel Ungaro demostró ser uno de los modistos más discretos. A los 55 años, en 1988, contrajo matrimonio con Laura Bernabei, con la que tuvo a su hija Cósima, llamada así en honor a su padre. Su familia comunicó la muerte del modisto, que desde hacía un par de años se encontraba enfermo.
Otro grande que sube al club celestial de los costureros geniales del siglo XX.