Durante el curso 1984-1985 fui alumno de doctorado de quien acabaría siendo Premio Nobel de Literatura, el escritor gallego Camilo José Cela. Nos daba clases de Dictadología tópica que consistían en estudiar los refranes, máximas y apotegmas de la España más carpetovetónica. Todos los jueves íbamos a su casa de la Bonanova, en Palma y rodeados de dibujos de Picasso, allí nos soltaba un nutrido y nutriente discurso antes de que, cansado de su propia y densa oratoria, sacara una botella, o dos o tres, de güisqui Black&White para compartir con el alumnado. Desde ese momento, todo se relajaba y lo solemne dejaba paso al divertimento y al chascarrillo ingenioso. Lógicamente algunos nos íbamos de la casa del escritor gallego ligeramente aturdidos...
Camilo José Cela fue todo un personaje que enseguida se ganaba a cualquiera, ya fuera Pablo Picasso, Joan Miró, el cura de la Bonanova o a una fulana del barrio chino de Palma. Su relación con Mallorca fue, como es sabido, muy importante desde que en los años cincuenta del pasado siglo se afincó allí para escribir con tranquilidad, alejado del bullicio gris madrileño. En Mallorca y desde Palma comenzó pronto a irradiar y pergeñar infinidad de proyectos que acabaron afectando a la cultura ibicenca.
Esos proyectos que pronto fueron realidades consistían en editar libros para bibliófilos que eran verdaderas obras de arte y luego en dar a la luz una revista, titulada Papeles de Son Armadans. En ella, número a número, y durante varias décadas, recogió el escritor gallego lo mejor de la cultura española interior y la exterior, la del exilio.
AMIGOS DE CELA EN IBIZA
De Ibiza mandaron artículos a esta revista tanto Marià Villangómez como el escritor en lengua castellana Cosme Vidal Llàser.
En el caso del conocido poeta y traductor seguro que Cela y él hablaron del paso del también poeta Rafael Alberti por Ibiza durante la guerra civil ya que Villangómez tenía un dibujo muy bonito del gaditano colgado en su casa. Además ambos escritores tenían un nexo en común, Josep Maria Llompart, quien trabajó en Papeles de Son Armadans y luego en la editorial Moll que dirigía el filólogo Borja Moll.
Además, el escritor gallego intentó publicar El cop a la terra, una de las obras maestras de Villangómez, en una colección que quería sacar bajo la denominación de Joan Roiç de Corella. Desgraciadamente aquello no pudo ser por falta de financiación. Otro factor común entre el autor de La colmena y el autor de Sonets de Balansat fue la relación con el poeta de la Generación del 27, Jorge Guillén, quien estuvo una temporada en Mallorca departiendo con Cela y también en el hotel Cala Gracío de Ibiza en 1958, donde iba a verlo a menudo, y en moto, el erudito ibicenco.
Mientras, Vidal Llàser acabó haciéndose muy amigo de Cela hasta el punto que cuando el Nobel iba a Ibiza se hospedaba en una de sus casas. Incluso le ayudó a recoger aspectos etnofolclóricos de las Pitiusas el Diccionario de Dictadología Popular que preparaba Cela en varios tomos, con la ayuda de los carteros de toda España, y del que sólo llegó a publicar un volumen, el introductorio. Por otra parte, de las Pitiusas reunió Cela, a través de amigos, una ingente cantidad de material que está en la Fundación Cela de Iria Flavia, en A Coruña,, y que también está por estudiar. Por eso creo que sería una buena idea que algún investigador pitiuso se acercara por allí a ver esa documentación que atañe a las dos islas.
También fueron amigos del Nobel de Literatura el pintor Antonio Marí Ribas Portmany, Mariano Llobet y sobre todo Will Faber, el pintor expresionista alemán que se afincó en Ibiza desde el año 1934. Precisamente a él, don Camilo, como en el caso de Miro y de Picasso, dedicó un número completo de Papeles de Son Armadans, además de prologar algunos de sus catálogos, como el de la exposición de Faber en el Gran Casino de Madrid del año 1986.
EL RASTRO DEL PASO DE CELA POR IBIZA
En cuanto a las fotografías del paso del Camilo José Cela por Ibiza, WKND ha localizado en la fototeca del Patrimonio Bibliográfico varias imágenes en las que aparece en la mayor de las Pitiusas. Las hicieron V. Domínguez y José Pastor Cano.
En la primera tanda, de 1964, se le puede ver en distintos lugares de la isla, como en el Ayuntamiento de Vila junto a las fuerzas vivas y bajo la galería de personajes ilustres pitiusos. Esta visita ya la describió con todo lujo de detalles el periodista Fernando de Lama, quien recuerda como el autor de La familia de Pascual Duarte acudió a la isla invitado para la clausura de la primera edición de la Bienal de Arte Universitario.
Además, queda claro que Cela era un gran aficionado a la buena cocina ebusitana. En una de las instantáneas se le ve concentrado en el plato, en la manduca. Fue siempre él un hombre pantagruélico y de tragaderas. De hecho en la posguerra, solía contar, se tomaba dos o tres huevos fritos para desayunar y un suculento cocido a la hora del almuerzo, todo condimentado con unas buenas y recias hogazas de pan. Más legendario fue cuando tras cruzar Despeñaperros, para escribir su Primer viaje andaluz, no tenía nada para comer y finalmente le dieron dos sardinas. La primera la asó y la segunda se la comió cruda, a modo de postre creativo de hoy.
Según De Lama, de Ibiza le gustaban los embutidos. Incluso se los hacía enviar a Palma a modo de exquisitez y para trocearlos a la hora del aperitivo en la famosa bodega que tenía en la Bonanova y en la que recibía a todos los intelectuales que aparecían por Mallorca. Así era don Camilo, genio y figura. El Nobel estuvo media docena de veces en Ibiza aunque la secuencia complet