La frialdad de las cifras muestra la discriminación balear ante Extremadura, dos comunidades con un número muy parecido de habitantes. El plan renove de los hogares extremeños, impulsado por su presidente Guillermo Fernández Vara, ha destapado la caja de los truenos en Baleares. La visualización de la discriminación balear ha saltado a primera plana ante el derroche extremeño en muebles.
Vara financia un 25 % de la compra de muebles, hasta mil euros de subvención, con un producto interior bruto netamente inferior al isleño. Le sobra el dinero. En Balears se cubren con dificultades los servicios básicos y la deuda pública es muy superior.
Cada balear recibe al año 124 euros de los presupuestos generales del Estado frente a los 336 que percibe cada extremeño.
En Extremadura destinan 1.007 euros por habitante en educación mientras que en sanidad llegan a 1.463 euros. En Balears la media por habitante en educación es de 830 euros y en sanidad de 1.274. El Archipiélago, por su deuda y su necesidad de atender a servicios básicos, no puede permitirse el lujo de subvencionar la compra de muebles. Como señaló la presidenta Francina Armengol «tenemos que adaptarnos a nuestras prioridades».