El penúltimo (nunca se sabe si será el último) episodio de la crisis de Podemos en Balears llega en su peor momento: a pocos días de la reunión del grupo parlamentario para activar el relevo de Xelo Huertas al frente del Parlament.
Alberto Jarabo sabía que tarde o temprano se filtraría algo así. Aunque él asegura que él no tenía idea de las conversaciones entre Joan Canyelles y Carmen Azpelicueta, otras voces no lo ven tan claro. Ayer mismo, un conocedor de los entresijos del partido morado explicaba los siguiente: «No hay que olvidar qué pasaba en 2015. Después de las elecciones europeas, llegaron las autonómicas y municipales de 2015, en las que conseguimos ser decisivos en casi todas las comunidades autónomas. Lo que menos interesaba eran los follones». El trasfondo de la grabación que ayer alteró a Podemos parece responder a esa estrategia: pedir una ‘pausa' a una crítica que quería impugnar el sistema de votaciones.
Podemos había estrenado un sistema de primarias inédito, tanto para elegir a las dirección como a sus candidatos y candidatas para las autonómicas. Se habló mucho de ‘pucherazo' e incluso Huertas recordaba no hace mucho que el sistema de votaciones siempre ha estado bajo sospecha. Podemos, en Balears y en toda España, nació como un grito de protesta. La idea era avanzar hacia una formación política que nada tuviera que ver con los partidos tradicionales. Pero, al hilo de las buenas perspectivas que daban las encuestas, se acercó un grupo variopinto de gente.
Alguien que vivió de cerca aquello explica que «vino gente con ganas, pero también rebotados de otros partidos y otros que buscaban cargos». Y añade: «No conocíamos nadie, nos veíamos por primera vez en una reunión y ahí te preguntaban qué sabías hacer y te encargaban algo».
Podemos no se presentó con su nombre a las municipales de 2015, aunque sí a las autonómicas. Se pretendía salvar la marca ante posibles desavenencias y luchas por cargos. Un esfuerzo vano, como se ha comprobado no sólo en Balears.