La directora de Inclusión Social y Cooperación Internacional de Cruz Roja Baleares, Dolça Feliu, ha asegurado que si se quiere seguir atendiendo a los refugiados que llegan a las Islas (un centenar en 2016), y facilitar su integración en la sociedad necesitan «15 pisos, cada seis meses, en los próximos dos años».
En una entrevista concedida a Europa Press, Feliu explica que la crisis de Siria acentúa, evidentemente, la llegada de solicitantes de asilo, y matiza que, de las 115 personas refugiadas que llegaron el año pasado, 64 pasaron por su centro de acogida en Playa de Palma y que, de éstas, 46 fueron reubicadas desde Grecia.
Para atajar este problemática, el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi) cedió hace una semana diez viviendas para el proyecto de acogida de refugiados de Cruz Roja. Esto reduce el tema de la necesidad de viviendas pero no lo soluciona y, por ello, el presidente de Cruz Roja Baleares, Antoni Barceló, expresó en su momento que es «un auténtico reto» para el que necesitan la colaboración de aquel que pueda ayudar.
No obstante, antes de pasar a la fase de búsqueda de vivienda, para aquellos que no cuentan con una red familiar y se quedan en el centro de Playa de Palma empieza el periodo de integración. Dura «entre seis y nueve meses» y es una «carrera a contrarreloj» en la que el refugiado tiene que «superar su trauma y aprender un idioma», resume Feliu. «Pero cada persona», dice, «tiene un ritmo de aprendizaje y mientras tanto, tienen cubiertas todas las necesidades básicas».
De esta manera, Feliu comenta que «si hablan más de un idioma, ya sean de Siria o de Ucrania, tienen más facilidad, cosa a la que también afecta el tipo de idioma de origen». Así que lo que hacen, agrega, es «personalizar cada plan de integración en esta fase».
«No se puede generalizar», insiste Feliu respecto al aprendizaje y la integración, cada persona tiene que superar su historia psicológicamente; llegar aquí es un punto de inflexión porque dejan atrás vida y hay gente que ha perdido una familia».
Así, apunta que «algunos lo superan en seguida y otros tardan más y que cuando les preguntas lo que te dice la mayoría es que quiere volver a su país: tienen sentimientos contradictorios».
Tras terminar el periodo, la directora de Inclusión Social dice que una vez tienen un nivel de castellano mínimo, «algo muy importante porque sin un mínimo, es muy difícil poder trabajar», los orientadores laborales les acompañan en la búsqueda de trabajo mediante el Plan de Empleo de Cruz Roja que en Baleares suele estar «enfocado al turismo y al sector servicios».
Por su lado, las personas cuya lengua materna es el español (Venezuela, Bolivia o El Salvador, son las nacionalidades que demandan más asilo), desde el primer día empiezan el aprendizaje el catalán.
En otro sentido, Feliu expresa que el racismo o la xenofobia mostrado contra los inmigrantes solo se puede combatir «estimulando la formación a la hora de leer». «Se debe tener en cuenta», añade, «que para una persona refugiada la única opción de seguir con vida es huir de su país».
Además, se muestra contraria a la máxima esgrimida por algunos colectivos que argumentan que se les da más facilidades a los recién llegados que a los nativos: «Se debe dimensionar el problema, en un año han venido 100 personas, en Baleares hay capacidad de absorción». «Y en este asunto», asevera, «se debe apelar a la solidaridad».