Rafael Nadal y Maria Francisca Perelló se casaron este sábado ante casi 250 invitados en una ceremonia religiosa celebrada al aire libre en La Fortalesa. Los novios hicieron esperar un buen rato a sus invitados en la zona destinada a acoger la celebración. Todo estaba a punto, los invitados en su sitio, incluidos los Reyes Juan Carlos y Sofía, y la hora de inicio de la ceremonia, las 12.30, se fue alargando porque los novios no llegaban. Tras un buen rato, primero llegó él, y pocos minutos después apareció ella.
El buen tiempo acompañó el momento central de la jornada; las previsiones meteorológicas fueron mejorando a medida que se acercaba la fecha, lo que tranquilizó a todos; un día de lluvia lo hubiera complicado todo.
■ Así ha sido la boda de Rafa Nadal y Maria Francisca Perelló
Un cuarteto de música amenizó la ceremonia, que transcurrió sin incidentes. Varios fotógrafos profesionales inmortalizaron toda la jornada.
Tomeu Català ofició una ceremonia en su estilo cercano y directo; las plegarias fueron leídas por jóvenes cercanos a la pareja. Para las lecturas se escogieron dos Cartas a los romanos, habituales para las bodas. Se ofició en mallorquín, aunque en algún momento Català pasó al castellano por deferencia hacia los invitados de fuera. 'Sí, vull', se dijeron alto y claro.
Desde la primera fila los familiares más cercanos de Rafa y Maria Francisca seguían con atención todo lo que acontecía.
Aunque es una práctica habitual en los últimos tiempos que personas cercanas a los novios realicen una semblanza de la pareja, no fue el caso.
Algunos de los presentes comentaron lo contentos y tranquilos que se había visto a los novios en todo momento, tanto antes como después de la boda propiamente dicha.
Coincidieron en señalar que se había tratado de una ceremonia normal, en la que no hubo ningún sobresalto.
■ 'La alfombra roja' de los invitados a la boda de Rafa
Y tras la ceremonia llegó el momento de las felicitaciones y del aperitivo y posterior convite que tuvo un carácter eminentemente mediterráneo.
Los aperitivos fueron obra de todos los restaurantes encargados del ágape: los mallorquines Santi Taura y Macarena de Castro y los restaurantes Zela y Tatel, donde Rafael Nadal es socio de ambos. Taura fue el chef que realizó el menú principal, mientras que el Grupo DCastro aportó el resopón además del servicio de sala, que contó con la colaboración de Joserra Calvo, jefe de sala de Mugaritiz de 2004 a 2017.
Como suele ser habitual en este tipo de celebraciones, al principio la celebración fue tranquila, pero poco a poco, sobre todo a partir de que el sol se escondiera en este idílico horizonte, comenzó a ‘desencorsetarse' el ambiente gracias a la participación de los amigos de Rafael Nadal, que se vieron secundados en sus cánticos y bailes por algunos de los tenistas más marchosos, como el ‘Pico' Mónaco y el mallorquín Jaume Munar, mientras que otros como David Ferrer se mantenían más tranquilos.
Los primeros invitados abandonaron La Fortalesa al atardecer, como los reyes eméritos don Juan Carlos y doña Sofía.
El servicio de autobuses funcionó casi de forma ininterrumpida llevando a los invitados a los dos sitios de donde habían partido: la Rafa Nadal Academy, en Manacor, y el hotel Illa d'Or, situado a apenas unos centenares de metros del aeródromo militar y de la propia mansión propiedad del británico James Lupton.
Durante toda la velada los invitados pudieron disfrutar de canapés y pinchos para paliar los efectos negativos de los cócteles y combinados servidos por Rafa Martín y su equipo del Brass Club.