Baleares vive la primera ola de calor propiamente dicha de este verano. Afecta desde el miércoles a la Península, salvo el Cantábrico, que se ha salvado de este episodio. Y destaca por su duración, poco habitual, de entre seis y ocho días, y por sus temperaturas, que pueden llegar este fin de semana a los 42 grados en las islas. Pero pronto, antes de lo que esperamos, pasará a ser un fenómeno totalmente habitual.
Todos los expertos coinciden; hay que acostumbrarse a las olas de calor. La que estamos soportando será una más en unos años y, desgraciadamente, hasta los medios de comunicación dejarán de darle importancia. Es otra más de la consecuencias del cambio climático.
Lo apunta Alberto Darder, especialista en meteorología: «Es un hecho que estos periodos de calor extremo han llegado para quedarse. Ya lo estamos notando. Ante hablábamos de noches tropicales cuando los termómetros superaban los 20 grados, luego cuando la temperatura nocturna no descendía de los 25 grados; hasta el servicio de Meteorología de Catalunya ha acuñado ya un nuevo término para hablar de las noches a 30 grados, nit roent, noches al rojo vivo».
Por su parte, el meteorólogo Miquel Salamanca incide en los puntos que hacen única esta ola de calor que atravesamos. Por un lado, la duración, una semana entera; también que venga acompañada de polvo en suspensión y la sensación de humedad. Sin olvidar que se produce este mes de agosto, el más cálido del año: «El estrés térmico va a ser fuerte para todo el mundo», dice Salamanca.
«Llega a Baleares y a la península después de batir récords de temperatura en Grecia, Turquía, Italia o Túnez, donde los termómetros han llegado a marcar 50,3 grados, el récord nacional del país. En las islas no lo notaremos igual, pero le adelanto que en Andalucía sí se pueden batir las estadísticas de temperatura».
Agustí Jansà, experto en meteorología mediterránea, augura que las olas de calor serán más intensas y frecuentes debido al cambio climático, que está haciendo que las temperaturas se acentúen inexorablemente a nivel global: «Los casi 50 grados que alcanzó Canadá hace un mes no se pueden explicar sin el calentamiento global».
En este sentido, Jansà explica que el verano se acentúa y se adelanta porque la temperatura sube medio grado por década: «Menos invierno, más verano. Ese es el futuro», apuntilla.
Misma opinión comparte su compañero Alberto Darder, que recalca que las temperaturas suben y distorsiona los cambios de estación. El verano ya muerde a la primavera y al invierno. Es más, el mes de octubre ya podemos considerarlo un apéndice de la temporada estival».
Mientras que Miquel Salamanca confirma de la misma manera que estos fenómenos han llegado para quedarse: «Los climas extremos se han generalizado en los últimos 15 o 20 años. La variabilidad y los extremos abruptos van a ser la tónica general», finaliza el meteorólogo.