¿Tiene recompensa sacar buenas notas? La pregunta se responde por sí sola tras conocer a los mejores estudiantes de Baleares en la última década. El esfuerzo ha dado sus frutos para Eugenia Garrote, Alejandro Hermoso, Filip Cano, Joan Rosselló, Irene Cantallops, Maria Marí, Maria Alemany y la última en incorporarse a esta lista, Sophie Roberts. Son alumnos y exalumnos que sacaron los mejores resultados en su año de selectividad. Todos coinciden en la necesidad de proyectar la carrera al ámbito internacional y reconocen que no hay otra fórmula para el éxito académico que la de estudiar mucho y con constancia. La mayoría elige las ciencias y los números.
Ya han pasado diez años desde que Eugenia Garrote (1993) recibió la noticia de que había sacado la tercera mejor nota de acceso a la universidad. Con un 9,53 sobre diez, cursó el grado de Ingeniería Civil y Territorial en la Universidad Politécnica de Madrid con un doble máster en Ingenieria de Caminos, Canales y Puertos. Luego se especializó en Gestión Empresarial y Finanzas en una universidad de París. Esta alumna sobresaliente trabaja ahora en un fondo de inversión en Londres. Se decantó por la ingeniería por vocación: «Muchos de mi familia estudiaron también caminos; es una tradición muy arraigada».
El más brillante de Balears en 2012, Alejandro Hermoso (1993), espera acabar su doctorado relacionado con la meteorología en los próximos meses. Su gran vocación por el estudio le llevó, sin esperarlo, a sacar un 9,7 de media sobre diez. Ahora aspira a realizar un postdoctorado en Italia. Las becas de estudio pasan a cuenta gotas por las universidades. Sacar un expediente alto se ha convertido en un requisito imprescindible para conseguir financiación. La gran mayoría de estos alumnos y exalumnos reconoce que en otros países hay más oportunidades: «Hoy en día es complicado obtener una beca porque hay pocas y no están muy bien remuneradas. Mucha gente se queda en el camino. Yo, de momento, estoy teniendo suerte y ya veremos a partir de ahora», comenta Alejandro.
Filip Cano fue el mejor de su promoción durante 2013. Consiguió, con esfuerzo, entrar en el doble grado de Matemáticas e Ingeniería Física en la Universitat Politècnica de Catalunya. Rozó la perfección con una nota final de 13,6 sobre 14 y solo de la fase general consiguió un 9,5. Se especializó en el máster de Matemáticas avanzadas y este año ha comenzado en Austria su doctorado en Métodos Formales. «Cuando empecé la carrera, no tenía claro lo que me iba a encontrar. Los primeros exámenes fueron una hostia en la cara. Recuerdo sacar un seis y sentir mucho orgullo», recuerda Filip sobre el inicio de su doble grado. Las ingenierías han sido las carreras escogidas por la mayoría de estos estudiantes de diez.
Joan Rosselló (1997) comenzó Ingeniería Civil en el Imperial College London combinado con un máster. Este año empezará otro relacionado con la informática en el University College London. «He de reconocer que durante mi etapa en el instituto dejaba todo para el último día. Ya en Bachillerato empecé a estudiar más y a dedicarle más horas», asegura.
El futuro
Algunos todavía no han salido del mundo universitario pero se muestran con las ideas claras. Por ejemplo, Irene Cantallops (1998), con una media de 9,81 en la PBAU de 2016, está a un año de titularse de un doble grado en inglés de Farmacia y Nutrición por la Universitat de València. Si le preguntan por esos titulares que incluyen las palabras precariedad y jóvenes, responde: «En nuestro ámbito tenemos muchas salidas. Todavía no me he enfrentado al mundo laboral pero no conozco a nadie que haya tenido problemas». En breve comenzará las prácticas. Le gustaría iniciar su carrera laboral en España, pero tampoco descarta salir del país, algún día, por trabajo.
María Marí (1999), de Eivissa, fue una de las más brillantes de su año, en 2017 (8,2). Se decantó por un doble grado en Relaciones Internacionales (RRII) y ADE en la Universidad Pontificia Comillas (ICADE). «Siempre he tenido un gran interés por lo internacional. Al principio, no sabía qué escoger porque siempre me ha gustado todo. Pero vi que esta carrera combinaba los números, que me gustan, y una mirada global», dice. Se considera «muy optimista» por el futuro. Realizó unas prácticas en Madrid relacionadas con la estrategia y prevé que sus titulaciones no le fallen, pues «esta carrera es muy amplia, desde finanzas, gestión o incluso márketing. Espero que la economía mejore y sea más fácil encontrar trabajo», expresa.
Maria Amengual (2002), también de Eivissa, consiguió una nota final de 13,5 sobre 14 en la selectividad de 2020, en medio de una vorágine de dudas y miedos por la COVID-19. Aunque reconoce que no fue un «periodo fácil», sino más bien «estresante», consiguió entrar de sobra en la carrera de Traducción y Estudios Ingleses en Córdoba. Tiene claro lo que cuesta conseguir una beca: «En un futuro sí que querría hacer un Erasmus y formar parte de un organismo internacional. No sé si saldrá, pero siempre he intentado sacar buena nota para poder obtener becas».
Sophie Roberts (2003) cierra la lista de los cerebros más brillantes con una de las notas más altas: 9,9 sobre diez en la PBAU de 2021. Sin esperarse esta noticia, reconoce que ha tenido dudas sobre qué estudiar. «Sí que me he dado cuenta que tener solo una carrera a veces no es suficiente y tienes que darlo todo para destacar porque hay competitividad y no todos acaban trabajando en lo que querían», asume. Ha escogido el grado de Economía en la Universidad Carlos III. Se muestra crítica con las becas: «Hay gente muy buena que se queda sin ayudas para los estudios. Tengo amigos que no pueden irse fuera porque no se lo pueden permitir».
El éxito laboral se afianza entre los más brillantes de las Islas de los últimos diez años. Sus resultados y esfuerzos les ha merecido la pena.