El famoso y temido semáforo del Reino Unido podría desaparecer a partir del próximo mes de octubre. La mayoría de medios británicos ya dieron ayer la noticia por hecha, pendiente aún de confirmación oficial.
El semáforo establece tres categorías para los destinos –verde, ámbar y rojo–, en función de la situación epidemiológica en que se encuentran. Estar en uno u otro color determina los requisitos que deben cumplir los británicos a su regreso, entre los que se incluye la cuarentena obligatoria.
El Gobierno británico ha revisado el semáforo cada tres semanas a lo largo del verano, lo que ha mantenido en vilo tanto al sector turístico como a sus propios residentes, pendientes de reservar o no sus vacaciones. Balears fue la primera comunidad de España que logró entrar en la lista verde el 24 de junio, condición que cambió debido a la evolución epidemiológica negativa en las Islas en las semanas siguientes. Sin embargo, y pese a estar en ámbar, el gobierno británico permitió que sus ciudadanos con la pauta completa de vacunación quedaran excluidos de la cuarentena.
El turismo británico representa el segundo mayor mercado emisor para Baleares, por lo que la eliminación del semáforo representaría una buena noticia para el sector turístico de las Islas. Si bien la temporada alta está a punto de finalizar, unas condiciones más claras para los británicos a la hora de viajar permitiría alargar la temporada, uno de los objetivos tanto del Govern como del sector.
Pese a eliminar el semáforo, el Gobierno británico establecería un nuevo sistema para clasificar los destinos a los que viajasen sus ciudadanos. Se baraja la posibilidad de fijar unas condiciones más basadas en la vacunación que en la situación epidemiológica, como hasta ahora. En este sentido, cabe destacar la buena situación en que se encuentran tanto Balears como España, con uno de los porcentajes más altos de ciudadanos con la doble pauta de vacunación.
El semáforo británico ha sido muy criticado por la industria turística del país, así como por la ciudadanía. Además de cuestionar los criterios, también ha generado una gran incertidumbre.
Otra de las cuestiones que también ha generado rechazo, es que los ciudadanos que regresan de un destino en ámbar, caso de Balears, deben someterse a un test cuando vuelven al Reino Unido pese a estar vacunados. Este requisito supone unos costes extra que ha provocado que muchos ciudadanos hayan optado por no viajar a destinos en ámbar.