El Servei de Epidemiologia de Balears ha puesto negro sobre blanco en la efectividad de las vacunas contra la COVID-19 con un informe, encargado a la Universidad Politécnica de Catalunya, que desvela que de no ser por los sueros podrían haberse producido más del doble de las muertes registradas por el virus en las Islas.
Según el visor COVID-19 del Govern, sólo en este 2021 han fallecido 420 personas a causa del coronavirus, muchos de ellos en la ola de principios de año, cuando el ritmo de vacunación era lento y los sueros llegaban con cuenta gotas. El estudio cifra entre 800 y 1.350, teniendo en cuenta los niveles de incidencia de cada momento, las personas que podrían haber muerto en el mismo periodo, sin vacuna mediante.
La muestra recoge las cifras de la COVID-19 en Balears desde el pasado 1 de enero hasta el 30 de septiembre y, a grandes cifras y asumiendo una invariabilidad del contexto social y de las medidas, también indica que se han evitado entre 16.000 y 26.000 contagios; entre 3.800 y 4.800 ingresos hospitalarios y entre 560 a 700 ingresos críticos en una unidad de intensivos (UCI).
«Los números hablan por sí solos. La vacuna es necesaria y fundamental», alegó la consellera de Salut, Patricia Gómez, al presentar las conclusiones.
Como se sabe, la vacuna contra la COVID-19 no evita los contagios pero sí los reduce de forma significativa. Aún así, su principal virtud es la capacidad para prevenir el desarrollo de síntomas graves o la muerte, como demuestra el estudio.
De hecho, en la muestra se indica que, desde que se inició la vacunación hasta el 6 de septiembre, la inmensa mayoría de los positivos registrados menores de 65 años (un 80,3 %), no estaban vacunados. Mientras que el 11,4 % tenían la vacunación incompleta y sólo el 8,3% la habían terminado.
Entre las personas de 65 o más años, en el mismo periodo observado, el 64,7 % de los contagiados no estaban vacunados frente al 26,7 % que se contagiaron pese a haberse puesto la doble pauta.