La vacunación infantil contra la COVID-19 ha comenzado esta semana en Baleares y muchos padres se preguntan ¿por qué es importante vacunar a los niños si pasan la enfermedad de forma leve o asintomática? El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, lo resume en cuatro motivos: cada día hay más casos de niños infectados (actualmente son el grupo de edad que tiene la incidencia más elevada); se contagian en sus clases y cada día hay más aulas confinadas; contagian a sus padres y abuelos; y son lo únicos que no están vacunados.
En este punto, explica que «alrededor de la mitad de niños padece el coronavirus de manera asintomática y el resto, de manera fundamentalmente leve; hay pocos casos graves o con secuelas. Sin embargo, a la vista de los contagios disparados en varios países del hemisferio norte, impulsados por las incidencias entre los más pequeños, el debate ha terminado por decantarse del lado de la vacunación infantil». En este punto, destaca que «en EEUU la COVID-19 ha matado a 680 niños y ha hospitalizado a más de 50.000». No obstante, aclara que «las muertes de niños son muy raras y sólo representan un 2 por ciento de las defunciones totales en un país». Pese a ello, pone sobre la mesa que «la COVID-19, en solo un año, se ha convertido en una de las 10 primeras causas de muerte y aún no sabemos los efectos que tendrá la COVID persistente a largo plazo en un niño en desarrollo; algunos estudios sostienen que afecta a los niños en más de un 11 por ciento».
El especialista en Salud Publica quiere lanzar un mensaje de tranquilidad y asegura que «las vacunas se han ensayado exhaustivamente en niños y generan una inmunidad similar a los adolescentes, pero con muchos menos efectos secundarios. Si las vacunas se han aprobado es porque son seguras. No hay otras con tantos niños en fase III incluidos; un solo evento grave en fase III o a partir de ahora detiene su uso. En EEUU ya llevan más de 3 millones de niños vacunados». Uno de los aspectos que más polémica ha suscitado es la posibilidad de que uno de los efectos secundarios de la vacuna sea la miocarditis. En este punto, reconoce que «no se sabe si la provocará en niños porque es tan infrecuente que no sale en los ensayos clínicos. Sabemos por datos de adolescentes, que es entre 6 y 21 veces es más probable tener miocarditis por COVID-19 que por la vacuna; además por vacuna es leve y pasajera, mientras que por COVID-19 es más grave y puede producir muerte o secuelas duraderas».
March pone sobre la mesa algunos indicadores sobre los efectos de la COVID en los niños. Uno de ellos es que la tasa de mortalidad por COVID en niños es de 74 por millón de casos. La tasa de COVID persistente en niños es de 110.000 de cada millón, aunque el nivel de severidad varía. La tasa de efectos secundarios de vacunas en niños es de 0,2 por millón (miocarditis) y de cero muertes. Por último, la tasa de contagio de niños a padres y efectos sobre padres es de 1.500 padres muertos por millón de niños infectados. A su modo de ver, es mayor el riesgo de la COVID que el de la vacuna. Además, tiene muy claro que primero dentro del grupo de niños con edades comprendidas entre los 5 y los 12 años hay que vacunar primero a los que tienen enfermedades crónicas o inmunodeprimidas.
March advierte que «las vacunas no evitarán infecciones futuras por variantes». Sin embargo, se muestra partidario de ellos, porque «reducen la transmisión y, por tanto, la posibilidad de COVID persistente. Las vacunas son una medida de salud pública, que van más allá de lo individual. Van a disminuir los contagios en la infancia y van a disminuir la transmisión comunitaria». A su entender, «lo que deben hacer los padres que tengan dudas es hablar con su pediatra o enfermera». En este orden de cosas, aclara que, «como el resto de vacunas, en nuestro país no deberían ser obligatorias».
«Que las vacunas estén disponibles para la infancia es algo positivo, eso añade un recurso más para los críos. No sabemos qué va a pasar y disponer de él será una ayuda en cualquier escenario posible. Entre las razones que apoyarían la recomendación de la vacunación en los niños se encuentra la de disminuir la carga de enfermedad que supone la COVID-19 en este grupo de edad, actualmente el de mayor incidencia», concluye.