Baleares es la comunidad con una mayor tasa de pobreza energética en hogares. El 7,7 % de las personas de las Islas tenía en 2020 dificultades para asumir el gasto de la energía por problemas económicos. Es una cifra muy elevada si se compara con los datos de 2019, donde había un 0,7 %. Estos datos son parte del informe de la Fundación Foessa y Cáritas España sobre la Evolución de la cohesión social y las consecuencias de la COVID-19 en España a partir de una encuesta a 7.000 hogares. Es la primera radiografía completa de esta crisis sanitaria de carácter mundial. En este trabajo han colaborado los sociólogos David Abril y Maria Antònia Carbonero, de la Universitat de les Illes Balears.
Otro dato significativo es que el 9,4 % de los baleares acudieron a familiares y amigos para conseguir ropa, comida o bienes básicos. Y alrededor del 3 % lo solicitaron a entidades, una cifra inferior con respecto a las registradas en 2019. El archipiélago también encabeza el impacto de la crisis en el desempleo. A pesar de que Canarias afronta la primera posición, en 2020 había un 3,8 % de hogares sin ingresos, un 1,06 % más que el año anterior.
Prestaciones
El informe destaca el número de prestaciones de rentas mínimas y el Ingreso Mínimo Vital. En concreto, en Balears, el número de prestaciones de renta en 2020 descendieron en mil personas. Sin embargo, los datos de los solicitantes del ingreso mínimo se triplicaron en 2021, pasando de 1.656 beneficiados a 4.220 en 2021. «A pesar de que las cifras macroeconómicas son óptimas para Balears y nos recuperamos, este dato no se aplica a las personas vulnerables, y las familias sin ingresos siguen creciendo. Las prestaciones, en este último año, se han incrementado mucho», destaca el sociólogo David Abril sobre el estudio.
La crisis financiera, asociada al fuerte pinchazo de la burbuja inmobiliaria, tuvo especial incidencia en aquellas autonomías más expuestas a este tipo de actividad. En Balears, curiosamente, no tuvo tanto impacto como Andalucía o Canarias. Sin embargo, las limitaciones a la movilidad que ha provocado la COVID-19 ha empeorado de forma sustancial la situación en ambos archipiélagos.