Lester Quiros es médico del Sistema Público de Baleares y hace un mes envió a su padre, de 74 años, que vive en la ciudad Santa Clara, en Cuba, el certificado de empadronamiento colectivo para conseguir el visado del cónyuge de un ciudadano comunitario, puesto que su mujer –madre de Lester–, tiene nacionalidad española. Este documento que Lester solicitó en el Ajuntament de Palma el pasado mes de diciembre estaba en catalán, pero «eso no era un problema», reconoce, porque asume que «es lo normal aquí y se supone que se acepta en los consulados españoles».
Sin embargo, la sorpresa fue otra. Hace unos días recibieron la contestación de la solicitud del visado, donde la institución le daba 15 días a su padre para presentar, de nuevo, el certificado de empadronamiento colectivo pero «traducido en castellano». En catalán no era válido. No solo este nuevo documento que Lester tiene que enviar a su padre le cuesta otros 70 euros, sino que «tendrá que viajar de nuevo otros casi 600 km, entre ida y vuelta, cuando es una persona mayor, para entregar la misma acta original pero en castellano».
Asimismo, lamenta que «el Consulado Español en La Habana esté tratando el catalán como una lengua extranjera en España. En mi caso, mi título de médico me lo homologaron en Suiza y lo pude enviar en tres lenguas». Apunta además que su padre «está en una mala situación en Cuba y por eso queremos solicitar el visado, ya que mi madre –su mujer– es española y yo y mi esposa e hijos también», destaca. Lester Quiros, que reside en la Isla desde hace cuatro años, dice que se siente «molesto» por la situación y que no entiende que «desde el Consulado no puedan traducir unas 20 palabras en catalán». Una vez que el nuevo certificado de empadronamiento llegue a Cuba su padre tendrá que esperar 15 días hasta que obtenga el visado y ya pueda viajar a España.