Si alguien sabe en Mallorca de guerras, ése es Fulgencio Coll. El laureado general palmesano de cuatro estrellas, jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra entre 2008 y 2012 y ahora concejal de Vox en Cort, aborda la invasión rusa de Ucrania y desgrana las claves estratégicas que han hecho que Putin vaya perdiendo la guerra. Avanza, además, una primera consecuencia: «El telón de acero ha vuelto a caer en el Este de Europa».
¿Pensaba que Putin se atrevería a invadir Ucrania?
— Debo decir que me sorprendió. Putin es un dictador, metódico y muy organizado. Ha provocado un mundo con unos tiempos nuevos, muy peligrosos. Lo peor es que, en este nuevo escenario, mundial todos perdemos.
¿Buscaba Putin una expansión al estilo de la ‘lebensraum', el espacio vital de Hitler?
— Así es. El problema es que atacó en cinco direcciones y diluyó sus fuerzas. La primera fase de su ataque ha sido un fracaso. Ahora tiene que fijarse objetivos de mínimos.
¿Esos mínimos serían el Donbás y dejar a Ucrania sin salida al mar?
— Posiblemente. Putin subestimó el patriotismo de los ucranianos, que están planteando una defensa heroica de su país, como España en 1808 contra la invasión napoleónica. Y ha subestimado la reacción de Occidente.
¿Por qué no ha sido una victoria relámpago rusa?
— Por esos motivos que le comento y porque sus tropas utilizaron vías de penetración por las ciudades, para llegar a Kiev y descabezar el Gobierno democrático de Zelenski. La guerra urbana es muy complicada para el ejército invasor.
¿Los rusos perdieron la guerra desde el momento en que sus servicios de Inteligencia solo le decían a Putin lo que quería oír?
— Lo que ha ocurrido, desde el punto de vista de la Inteligencia, es gravísimo. Pero también es humano. En Irak tampoco se escuchó a la Inteligencia previa a las operaciones. He visto el vídeo en el que Putin humilla en público al jefe de Inteligencia. Es algo que en mi carrera he visto. En efecto, el de Inteligencia le dice al dictador lo que quiere oír.
¿Es la guerra de imagen de Putin contra Zelenski?
— Hay dos actores principales. Putin, que es un dictador metódico, de la vieja escuela soviética, que amenaza incluso con una guerra nuclear, y un actor que se convierte en líder, que es Zelenski. Es una batalla de personalidades. La prensa juega un papel fundamental. No olvide que en Rusia hay 15.000 personas en la cárcel por querer opinar libremente.
¿China es el gran beneficiado de esta crisis mundial?
— China jugará un papel de moderación. A veces más próximo a Putin, dentro de su neutralidad. Habrá dos bloques: el euroasiático de Rusia y China y el occidental. No olvide que Putin se ha aprovechado de los presupuestos bajísimos en Defensa de los países europeos. Ahora la OTAN vuelve a estar más vigente. Y es necesario rearmarse.
¿Aprovecharán la coyuntura para invadir Taiwán?
— No lo creo.
Lo habitual, en los conflictos bélicos, es invadir por tierra cuando ya hay control total del aire. En Ucrania no ha sido así.
— Hay varias razones. Las contramedidas electrónicas y los medios que han usado los ucranianos y que han impedido un predomino aéreo. No hay que olvidar que Ucrania, desde la invasión rusa de Crimea de 2014, se está preparando y formando con ayuda de Occidente.
¿Hay riesgo de que Putin, con sus tropas empantanadas, recurra a las armas nucleares?
— Sería sobrepasar una línea roja inadmisible y tendría respuestas. Sería una escalada muy seria, por lo que no creo que abra esa puerta. Si se empantana, tratará de conseguir objetivos mínimos, como el Donbás o Mariúpol, y a partir de ahí, negociar.
Los comandos especiales rusos, los Spetnaz, no han tenido un gran papel de momento.
— Porque se trata sobre todo de combates urbanos y los comandos no funcionan como deben en esas circunstancias. Tampoco tienen una quinta columna. La defensa heroica de los ucranianos ha sido de momento muy efectiva. Otra cosa es atacar.
¿El armamento ruso está anticuado?
— Se ha ido modernizando con, por ejemplo, modernos sistemas de visión. Es un buen material. Pero el material de Occidente, con los misiles anticarro Javelin, Stinger o los drones son muy eficientes. Es lo último en armamento de Occidente.
¿Las sanciones económicas a Rusia sirven de algo?
— Las sanciones darán resultado, pero no a corto plazo.
¿Cómo valora la crisis de los refugiados?
— Hay que aplaudir el comportamiento de Europa. Y sobre todo de los países más cercanos a Ucrania, como Polonia. Están acogiendo una cantidad impresionante de refugiados. Europa se ha volcado con ellos.
¿Por qué han sido abatidos tantos generales rusos en el frente?
— Es cierto que es algo que no es habitual. Primero porque estaban en primera línea de fuego. También hay que decir que la Inteligencia ucraniana es fantástica y que las telecomunicaciones rusas no estaban encriptadas, lo que permite que tiradores selectos o la artillería puedan atacar a los altos mandos.
¿Qué opina de la aportación militar española a la guerra?
— Podríamos calificarla de discreta. No hay que limitar el envío de armas, hay que apoyarles en lo que necesiten. Es necesario hacer lo que han hecho los ingleses: darles lo mejor que tienen. A España, le costó reaccionar inicialmente. No hay que olvidar que una parte de nuestro Gobierno es pro Putin.
¿Ha habido crímenes de guerra?
— Por supuesto. Lo de Bucha es el resultado de la frustración por no conseguir objetivos y la falta de liderazgo de los mandos. Son éstos los que deben evitarlos.
¿Cómo acabará todo?
— Las guerras se sabe cuándo empiezan, pero no cuándo acaban. Yo creo que durará hasta que Putin consiga unos objetivos mínimos para negociar.
El apunte
«Mariúpol es como Stalingrado»
Coll destaca que la resistencia de la ciudad de Mariúpol, al Sur de Ucrania y que fue cercada en los primeros días de la guerra, es «numantina». Y la compara con el sitio de Stalingrado, en la Segunda Guerra Mundial, cuando el Sexto Ejército de Paulus destruyó la ciudad y estuvo a punto de tomarla. Mientras Mariúpol aguante Putin no atacará Odesa, el último puerto ucraniano. «Sería inaceptable que Rusia dejara a Ucrania sin salida al mar. No se puede permitir», sostiene.