El tejido empresarial balear se encuentra a día de hoy en pleno proceso de recomposición, después de haber superado una pandemia que en su primer año redujo en un 45 % la facturación. Esa es una de las principales conclusiones extraídas por la Fundació Impulsa Balears y presentadas este martes en el Hotel HM Blanc ante una cuarentena de directivos y colaboradores de las empresas del Patronato. Así, el director técnico de la fundación, AntoniRiera, explicó que la paralización de gran parte de la actividad empresarial a lo largo de los últimos nueve meses de 2020 supuso un descenso de la cifra de negocios de las empresas del sector privado –excluído del cómputo el sector agrario– de casi la mitad de sus cantidades habituales.
Asimismo, la caída fue más dura en el caso de las grandes empresas, ya que la reducción del volumen de facturación osciló entre el 54 % en el caso de la gran empresa y el 25 % en el caso de la microempresa. Aunque ese descenso afectó a todos los sectores, en el caso balear se centró en los servicios de alojamiento y restauración, que experimentó una reducción de la facturación del 74,3 %.
Solo el férreo estado de salud previo a la pandemia del tejido empresarial balear evitó una caída mayor de los dividendos, según la fundación, que subrayó que se afrontó el desafío desde «una posición económico-financiera de partida favorable» para contener el riesgo financiero a corto plazo y asegurar su viabilidad. De esta manera, se impidió que el endeudamiento para hacer frente a la situación alcanzara cotas demasiado elevadas.
«El tejido empresarial de Baleares afronta un nuevo escenario en el que su resiliencia rebasa el mantenimiento de los márgenes operativos y se centra en la explotación de nuevas fuentes de valor añadido», señalóRiera para recalcar que la recomposición del tejido en su conjunto supera la ambición de recuperar el número de unidades de negocio perdidas. De esta manera, el primer año de pandemia se saldó con 98.120 empresas en activo, un 1,9 % menos que las de 2019 (en los que se había superado por primera vez las 100.000). El año siguiente la brecha se ensanchó hasta alcanzarse un 13,5 % menos que en 2019. Superado el primer semestre de 2022, los registros son solo de un 5 % menos que en prepandemia.