Los restos mortales de Rafael Alberti fueron incinerados ayer en el cementerio de Chiclana de la Frontera (Cádiz), en una ceremonia a la que asistieron amigos y familiares del poeta, representantes de la cultura y sindicalistas. David y Marta Borcha, los dos hijos de la viuda de Alberti, María Asunción Mateo, fueron los familiares del poeta presentes en la incineración, tras la cual, Marta llevó las cenizas hasta el Monasterio de La Victoria, donde las entregó a la corporación municipal para la celebración del homenaje organizado por el Ayuntamiento de su ciudad natal.
Antes de incinerar el cadáver, Marta se arrodilló junto al cuerpo del poeta, lo abrazó, lo besó y lloró sobre él antes de decir «adiós Rafael, te queremos», según dijo a los periodistas el alcalde de El Puerto, Hernán Díaz.
El cadáver de Alberti, «que no estaba muy desfigurado», estaba envuelto en un sudario blanco bordado y dentro de un ataúd de madera maciza sin ningún elemento exterior, señaló el alcalde. En la sala de incineración, proceso que duró casi tres horas, estuvieron además de los hijos de Mateo y del alcalde portuense el regidor de Chiclana, Manuel Jiménez Barrios; el gerente del cementerio, Salvador García, y representantes del mundo de la cultura, entre ellos el poeta Marcos Ana, el actor Salvador Arias y el cantaor «Rancapino», y amigos del poeta, como el médico José Luis Barros. Hasta el cementerio se desplazaron también el ex dirigente comunista Santiago Carrillo, amigo del poeta desde los años 70, y el secretario general de CCOO, Antonio Gutiérrez.