OSCAR PEYROU - CANNES
La conmovedora película «La stanza del figlio», del italiano Nanni
Moretti, obtuvo ayer la Palma de Oro del Festival de Cannes en un
fallo que fue aplaudido por parte de la crítica. El máximo galardón
del certamen fue entregado por la actriz Melanie Griffith y su
marido, el español Antonio Banderas, en un sencillo acto que apenas
rebasó la media hora. La otra gran vencedora de la noche fue la
francesa «La pianiste», del austríaco Michael Haneke, que ganó tres
importantes galardones: el Gran Premio del Jurado, y los premios de
interpretación para sus dos protagonistas, Isabelle Huppert y
Benoit Magimel.
La prensa internacional juzgó que si bien «La pianiste» se merecía un premio, galardonarla con tres dejaba fuera del palmarés a cintas muy estimables, como «Taurus», del ruso Alexandre Sojurov o «Vou para casa», del veterano realizador portugués Manoel de Oliveira. También fue un poco cuestionado el premio a la mejor dirección, que compartieron los estadounidenses Joel Coen y David Lynch cuyas cintas tienen una buena factura técnica pero no aportan ninguna novedad estética. Ambas parecen estar realizadas con el único objetivo de sorprender al espectador, ya que la supuesta originalidad que proponen se agota en sí misma.
El galardón para el bosnio Danis Tanovic por su trabajo como
guionista en «No man's land», en cambio, es merecido ya que con un
control absoluto de las emociones ataca frontalmente el concepto de
las diferencias raciales y de la guerra. La cinta que obtuvo la
«Palma de Oro» narra la trágica historia de un psicoanalista que
pierde a su hijo en un accidente de un modo sutil y efectivo. Esta
es la cuarta vez que Moretti compite en Cannes, tras «Ecce Bombo»,
en 1978, «Caro diario», en 1994 y «Aprile», en 1998.
El cineasta se presentó ahora a competición con una cinta que
obtuvo 12 nominaciones para los premios David de Donatello, de los
que finalmente ganó tres, mejor filme, mejor música, para Nicola
Piovani y mejor interpretación femenina, para Laura Morente. La
cinta, filmada en Ancona y protagonizada por el propio director,
describe la vida cotidiana de una familia burguesa en la que reina
una armonía ideal. Un día, este cuadro idílico se rompe con la
muerte accidental del hijo.