Con un amplio palmarés de premios, entre los que destaca el Andrés Segovia», que recibió en 1979 en Palma de las manos del maestro Rodrigo, el prestigioso guitarrista belga Yves Storms ha vuelto a Eivissa invitado por la asociación Pro Arte para ofrecer dos conciertos. El primero, anoche en Jesús; y el segundo, a las nueve de esta noche en la iglesia de Sant Agustí. Su última actuación en la isla se remonta a primeros de los 80, cuando actuó como solista en una de las giras que ofreció la Orquesta de Cámara de Amberes, dirigida entonces por Georges Verwilt, amigo suyo desde la infancia y con quien comparte madrina.
En este lapso de dos décadas, Storms reconoce que su forma de tocar ha cambiado. «Cuando viajas tanto y haces tantos conciertos, siempre avanzas. La música es como un lenguaje que tienes que ir aprendiendo y desarrollando para que la expresión se vaya volviendo más libre», explicó a este periódico. Un lenguaje que se ha abierto a otros continentes, como el americano y el asiático. «De todos los músicos que admiras, chupas algo, pero eso te enriquece, siempre y cuando hayas encontrado tu propio camino, como creo que es mi caso».
Un camino flexible y abierto, «porque es distinto cada día; no sólo por la música en sí, sino por tu estado de ánimo, tu salud, el clima... Todo cambia y te afecta a la hora de interpretar», apuntó Yves Storms, quien a la hora de tocar se mueve entre dos polos opuestos, el sentimiento y la técnica. «Para mí es más importante el primero, pero sin la técnica no puedes expresar el sentimiento propiamente».
Un sentimiento que se decanta por el lado latino, a pesar de su origen nórdico. «Es que Bélgica es un melting pot de culturas, española incluso, y puede que algo de ella esté en mi sangre», ironizó. Tal gusto latino figura en su programa con obras de Albéniz, Fernando Sor, Villa-Lobos y Léo Brouwer: «Un cubano amigo, que vive ahora en Andalucía y del que me gustan mucho sus cosas». Además de una «Suite» de Robert de Visèe, «el guitarrista privado de Louis XIV, que cada noche le tocaba la guitarra barroca».