La colaboración ciudadana ha sido, en este caso, fundamental para conservar un valor patrimonial que ha estado muy cerca de desaparecer. El Molí d'en Simó, en Sant Antoni, se convertirá ahora en una nueva infraestructura cultural para la localidad, costeada por el Consell Insular y el Govern balear.
Durante años, los habitantes de Sant Antoni han tomado copas o han pasado regularmente por delante del snack bar Se Torre sin saber que la torre de marés que se alzaba desde su azotea era uno de los últimos ejemplos conservados en las Pitiüses de los molinos harineros de estilo mallorquín. Según Joan Marí Cardona, este molino fue construido durante los primeros años del pasado siglo y estaba compuesto por dos cuerpos pincipales, uno de los cuales, de planta cuadrada, albergaba la maquinaria, la cual no se conserva hoy en día. Por lo que se refiere al segundo cuerpo, la torre propiamente dicha, ésta era utilizada para soportar el árbol y las antenas que desplegaban las velas del molino.
De hecho, esta es una de las diferencias principales del Molí d'en Simó respecto a los molinos ibicencos, en los que la maquinaria estaba en la propia torre, no en un volumen adosado a la misma.
Actualmente, tan sólo quedan dos molinos más de esta tipología en las Pitiüses, uno, curiosamente, se encuentra a pocos metros del Molí d'en Simó. Se trata del Molí d'en Gaspar, incluido en una vivienda particular y también fuera de uso. El otro se encuentra en Formentera y es el conocido Molí de sa Sal.