Los Bee Gees desaparecieron ayer para siempre con la muerte de Maurice Gibb, uno de los tres hermanos que formaron este popular grupo británico de los años sesenta. Maurice, guitarra, teclado, percusión y una de las voces de los Bee Gees, falleció la madrugada del domingo en el hospital Mount Sinai de Miami (EEUU) a los 53 años, víctima de un infarto mientras le operaban de una grave obstrucción intestinal.
Maurice padecía muchos problemas de salud, por haber abusado del alcohol durante buena parte de su vida. Empezó su carrera hacia finales de los cincuenta, al formar con su hermano mayor, Barry, y su gemelo, Robin, «The Brothers Gibb», que luego abreviarían por Bee Gees. Los Gibb nacieron en la Isla de Man y vivieron en Manchester antes de que toda la familia se trasladara a Australia. Eran tres hermanos que cantaban muy bien ya desde niños. Si algo definiría más tarde al grupo; si en algo estuvo el secreto de su éxito fue ese juego de voces suaves, casi melosas, a veces en falsete y siempre con una maravillosa armonía.
Fue en Australia donde los Bee Gees tuvieron su primer gran éxito, «Spicks and Specks», lo que les valió el pasaporte de la fama para regresar al Reino Unido, donde volvieron a triunfar con «New York Mining Disaster 1941», de 1967. En una década dominada por los Beatles y los Rolling Stones, consiguieron colocar canciones como «Massachusetts», «I Started a Joke» o «Gotta Get a Message to You» en las listas de éxitos. En 1969, Maurice se casó con otra estrella, la «eurovisiva» Lulu, y se divorciaron cuatro años más tarde. Luego se casó con Yvonne, que le dio dos hijos.
Tras los éxitos de los setenta, el grupo tardó en volver a encontrarse a sí mismo. Bee Gees no resucitó como grupo hasta la grabación de «Saturday Night Fever», en 1977, y el subsiguiente «Stayin'Alive», en 1983. Aunque desaparecieron en los noventa, aún trabajaron juntos para producir, en 2001, su último álbum: «This Is Where I Came In». En 2002 les otorgaron la Orden del Imperio Británico.