R. U.
Más de una década después, el veterano cuarteto malagueño Danza
Invisible se reencontró la noche del sábado con el público
ibicenco, que abarrotó la discoteca Garbi, en Platja d'e Bossa,
para disfrutar del «pop soleado» de estos andaluces que lograron
encender a sus fans y demostrar que los 23 años de carrera musical
que acumulan sobre sus hombros no han edulcorado esavoir faire de
su líder y cantante, Javier Ojeda, que en un determinado momento
abandonó el escenario y se perdió entre el público de la sala,
micrófono en mano, mientras entonaba el tema que se ha acabado por
convertir en el himno de la banda: «Sabor de Amor».
El pop de Danza Invisible en este tercer milenio ha evolucionado. En palabras de Ojeda: «Hacemos una especie de pop soleado. Digamos que es un crisol de todos los estilos que nos gustan, como reggae, funk, soul, música africana... Siempre dentro de una línea caliente». Danza Invisible actuó en la década de los 80 en Eivissa y Sant Antoni.