Actualmente, el apellido Cavestany se asocia en la isla al compositor Rafael Cavestany, residente en Eivissa desde hace años. Pero hubo otro Cavestany, Fernando, que dejó una importante huella en la isla a través de numerosas obras arquitectónicas y urbanísticas, pero cuya memoria parece haberse perdido, injustamente, en la noche de los tiempos. El pretexto del 30º aniversario de su muerte, ocurrida en su casa de Roca Llisa el 22 de julio de 1974 como consecuencia de un infarto cuando sólo contaba 52 años de edad, puede ser una ocasión propicia para refrescar la memoria (a unos pocos) y dar a conocer (a muchos más) a un personaje singular, complejo e interesante: arquitecto, pintor, músico, bohemio, clásico, disidente en estilo y al mismo tiempo muy próximo a los círculos del poder franquista. Facetas a veces contradictorias de una personalidad que rompía a menudo los márgenes de lo políticamente correcto.
La relación de Fernando Cavestany con Eivissa fue de deslumbramiento, como cuenta su hijo Rafael: «Descubrió la isla en los 50 y de casualidad. Estaba pescando con unos amigos por Alicante y decidieron de repente cambiar el rumbo. Fue un flechazo, se enamoró de su arquitectura tradicional, que encajaba con su visión del tema, y de su luz, pues le gustaba mucho la fotografía y pintaba. Total, como nos ha pasado a tantos, le enganchó la isla».
En cuanto a su relación profesional, como arquitecto, con Eivissa, se inició a través de un amigo, Joaquín Beltrán. «Heredó las montañas de la finca de Roca Llisa y le pidió a mi padre que construyera allí». Hizo varias casas para familias conocidas (Grasset, Rózpide, el escultor Amadeo Gabino, el pintor Molezún, Miguel García de Sáez, Mont Cerisse, Milne y Coats...). Proyectó, diseñó y construyó el campo de golf; un puerto deportivo (que no llegó a construirse); las Viviendas Jardín; la primera fase de las Casas del Mar, proseguidas por el italiano Francisco Soro.
Pero su labor de arquitecto iba mucho más allá de Eivissa. La relación de trabajos de Fernando Cavestany incluye proyectos de creación (ambulatorio Hermanos Laulhé de Cádiz; varios hospitales en ciudades españolas; casas en la colonia madrileña de Puerta de Hierro; el proyecto de la Universidad Laboral de Córdoba; los pabellones de España en Copenhage, Alemania, Argel, Lima y Johannesburgo...), así como algunas restauraciones de campanillas (el Castillo de Coca de Segovia y el Monasterio de la Santa Espina de Valladolid).
Una trayectoria, pues, notable, que parece que va a tener reconocimiento oficial. «Con motivo del 30º aniversario de su muerte, el Colegio de Arquitectos de Madrid va a incluirle en una enciclopedia que está haciendo sobre arquitectos españoles, y algo más, pero no estoy muy al tanto todavía», informó su hijo Rafael.
Pero en Eivissa, la dimensión destacada del trabajo de Fernando Cavestany como arquitecto no ha sido aún valorada. «Sería fantástico que se le hiciera algún tipo de reconocimiento por parte del Colegio de Arquitectos; creo que tiene méritos suficiente para ello, aunque no sea yo el más indicado para señalarlos. Por mi parte lo que único que puedo hacer al respecto es poner a disposición de los interesados el material que tenemos la familia, aquí y en Madrid», ofreció Rafael Cavestany.