El faro de la Mola, situado sobre un acantilado de más de un centenar de metros en el punto más oriental de Formentera, está deshabitado desde que hace dos o tres años. El antiguo farero, el compositor Pérez de Arévalo,fue trasladado y, desde entonces, se ha debatido la posibilidad de su utilización con fines sociales, algo que aún no ha culminado porque siempre se aparca la redacción de un proyecto concreto al considerar que Formentera tiene otras prioridades. Sucedió con la COP cuando gobernaba y también ahora, cuando el tripartito formado por PP, GUIF y PREF están al frente de la política de la isla.
«El Consistorio tiene interés en dar una utilidad al faro de la Mola -afirmó el primer edil de Formentera, Juanma Costa-, pero al mismo tiempo tenemos claro que existen otras prioridades que nos obligan a concentrar esfuerzos en temas de infraestructuras y servicios de mayor importancia e interés para los ciudadanos».
La idea del Consistorio es presentar un proyecto a la Autoritat Portuària, de quien depende este inmueble, para la utilización con fines sociales del faro una vez que éste está automatizado y la vivienda está vacía. De momento se baraja un museo del mar y un centro social para los habitantes de la Mola. «Es un proyecto en mente -reconoció Costa-, pero por uno u otro motivo aún no nos hemos puesto en serio para darle forma y poder presentar una idea de uso concreta y específica a Puertos».
El antiguo equipo de gobierno de la COP, que gobernaba el Ayuntamiento cuando se hizo efectiva la retirada del personal que se encargaba del faro, también mostró interés por aprovechar las instalaciones; por desgracia, no se presentó jamás un proyecto concreto a Puertos. Desde la Autoritat Portuària de Balears se ha confirmado que en los últimos años ha habido conversaciones para el aprovechamiento del faro, pero que nunca se han efectuado propuestas concretas y por escrito que pudieran ser evaluadas.
Según el departamento de comunicación del ente, no habrá ningún problema para dar un nuevo uso al faro de la misma manera que ha pasado con puntos similares que ya están siendo utilizados con otros fines tal y como sucede en Mallorca.
El proyecto del faro de la Mola fue redactado por el ingeniero jefe de Balears, Emili Pou i Bonet, que además del de la Mola también redactó los proyectos correspondientes a los faros de sa Conillera, Botafoc, punta Grossa, del dique de abrigo de Eivissa y el situado en las illas des Porcs, en es Freus, que es conocido como el faro den Pou. El proyecto fue entregado, tal y como recoge el farero Pérez de Arévalo en el libro que escribió antes de abandonar dicho faro, en enero de 1859 y el presupuesto de las obras era de 276.659 reales. El proyecto fue aprobado en abril de 1860 y en agosto se iniciaron las obras que se vieron retrasadas por problemas con el material, el abastecimiento y de otra índole que obligaron a aumentar la partida presupuestaria en 31.643 reales. Las obras finalizaron e el 10 de junio de 1861 y fueron aceptadas provisionalmente por el Estado el 7 de setiembre del mismo año. El trece de ese mismo mes la reina Isabel II daba la orden que el faro fuera encendido el 30 de noviembre de ese año indicándose en el reglamento que «se empezará a encender la luz un cuarto de hora antes de ponerse el sol, para que haya podido adquirir un completo desarrollo en cuanto anochezca...». Su identificación nocturna es una luz blanca fija con destello que se producen cada 5 segundos y el alcance óptico de 21,8 millas en la luz fija y de 41 millas en los destellos.El faro, por ejemplo, formó parte de la novela de Julio Verne «Héctor Servadac» y fue descrito en varias ocasiones como «el faro del fin del mundo».