Madrileño de 34 años, Manolo Artigas es un veterano profesional del reporterismo gráfico de famosos, lo que se conoce con el término italiano de paparazzi. Desde hace tres años ha fijado su residencia en Eivissa, donde hace una serie de cuatro páginas (pronto aumentará a ocho) en el semanario «Todo en Ibiza». Aunque cada vez menos, de vez en cuando sale por esos mundos a hacer algún encargo puntual.
-¿Por qué tienen tan mala prensa los
paparazzi?
-Por el gran intrusismo profesional que hay en este país, un
fenómeno que se inició hace unos ocho años cuando empezaron a
multiplicarse los programas del corazón en las televisiones. Afloró
cantidad de gente que no son periodistas ni saben hacer fotos, sólo
acosar al famoso con el resultado lógico de que éste pueda a veces
perder los papeles.
-¿Qué es un paparazzi?
-Un periodista que refleja fielmente lo que sucede, pero pasando
totalmente desapercibido y sin influir en las situaciones. No usa
flash y las fotos las hace a una distancia muy prudente. Un trabajo
minucioso y paciente.
-¿Cree que corre peligro esta profesión?
-Tiende a eso, pero puede salvarse si se legisla seriamente sobre
el tema. Nosotros siempre hemos tenido muy presente el derecho a la
intimidad que contempla la Ley de Prensa, cosa que ahora parece que
no se tiene en cuenta, no sé si porque la desconocen o porque sólo
curran por dinero y entonces todo vale.
-¿Ha tenido alguna demanda judicial por su trabajo?
-Algunas, pero las he ganado siempre. Ahora tengo una pendiente, que hemos ganado en primera y segunda instancia; a ver qué dice ahora el Supremo.
-¿Trabaja por libre?
-No, con una agencia que distribuye mis imágenes en 17 países.
-¿Cuánto tiempo lleva en esto?
-Unos 17 años. Empecé revelando en el laboratorio de la Agencia
EFE; luego estuve en una agencia internacional con la que
trabajamos mucho a Diana de Gales. La cosa empezó a gustarme cada
vez más y al final me líe la manta a la cabeza. Hasta hoy.
-¿Cómo ves Eivissa desde el punto de vista paparazzi?
-Antes era un paraíso para los de verdad, los serios; pero ahora, desde que los personajes llegan al aeropuerto ya sufren el acoso y derribo. La ventaja es que la isla aún tiene mucho sitios donde esconderse y ahí es dónde podemos trabajar la gente como yo.