El pintor catalán Toni Taulé (Sabadell 1945) expone hasta final de este mes en la Sala de Cultura de Sa Nostra en Sant Francesc. Con un dilatado curriculum artístico y exposiciones de relevancia, Taulé tiene un estrecha vinculación con Formentera desde 1970.
-¿Por qué vino la primera vez?
- Fue por una cuestión de trabajo. Estaba en el equipo de
arquitectos que construía la Universidad Autónoma de Bellaterra y
surgió la posibilidad de venir a hacer una construcción Creí que
iba a estar pocos meses y al final me quedé aquí. Conocí a mi
mujer, dejé la arquitectura y me dediqué a la pintura.
- De alguna manera, pues, Formentera ha marcado su vida
- Sí, la ha marcado definitivamente, porque es donde encontré mi verdadera vocación. Mi mujer también quedó marcada porque había dejado la ciudad y en cierta manera los dos acabamos volviendo a París, donde había estado en el 65 cuando trabajé en un taller de arquitectos.
- Pero había comenzado con la pintura mucho antes.
- Cierto, por esa época ya había organizado o participado en algunas perfomances de pintura en la calle; y curiosamente ha sido ahora, al publicarse por primera estas fotografías con motivo de la exposición ' Filiacions', que artistas famosos me han preguntado por mis actuaciones, al darse cuenta de que había comenzado a pintar antes de lo que suponían. En el 66 hice mi primera exposición en Sabadell y volví a al arquitectura, que dejé ya de forma radical cuando descubrí Formentera y conocí a Laetitia.
- ¿Cuánta Formentera hay en la obra de Toni Taulé?
- Hay muchas imágenes, especialmente las superficies exteriores y lo plano casi desértico está inspirado por Formentera. La luz interior de los palacios surgió después de haber estado pintando en las cuevas de la isla.
- La exposición que cuelga en Sa Nostra muestra un breve apunte se celebra en Cataluña, que defines como puente generacional entre la pintura de tu padre y la de tu hijo. ¿es genético?
- Algo hay de genético, pero lo importante es que muestra algo que existe normalmente pero que vemos o apreciamos pocas veces. Por ejemplo mi hijo Tigrane, la tercera generación, es un genio del dibujo. Yo quisiera tener su capacidad en este campo; y si mi padre viera estaría maravillado de lo que hace ahora. Parece que han tenido que pasar tres generaciones para ver la luz.
- Un proceso de decantación...
- Sí, es algo que sale verdaderamente de dentro de él. Su problema
está en la parte exterior, en las dificultades sociales y en la
manera de sacar su creatividad y sus cuestionamientos para vender,
firmar o exponer sus obras. Laetitia, que siempre tenía buenas
ideas, decidió crear una fundación que se dedica a ayudar a las
personas que por una serie de psicosis no están anclados en una
verdad profunda para ayudarles a sacar su creatividad.
- Tu hijo se llama Tigrane Tanguy Théodor Taulé; tantas T parecen el sonido de una ametralladora, y el efecto de algunos de sus dibujos parece ése.
-Es cierto; y espero aún que me sorprenda más, porque creo que ahora es cuando comienza a sacar lo que tiene dentro. Mi padre tuvo cuatro etapas, yo también he jugado con los períodos; Tigrane ha destruido mucha de la obra que ha realizado, porque quiere hacer otras cosas, quiere llegar a sondear aspectos casi irracionales.
- En los cuadros que se exponen en Sa Nostra, y tal como escribió Cortázar de tu obra hace muchos años, el espectador tiene la sensación de que ha pasado algo antes o va a pasar algo después sin que se sepa qué ni por qué. ¿Es una provocación?
- En pintura parece más fácil de hacer que en el teatro, el cine, la escultura, la arquitectura e incluso la fotografía con la que he trabajado y trabajo a menudo. Pero es la pintura la que describe mejor esa sensación, y mi manera de hacer, que tiende a simplificar, lo permite. Es lo mismo que sucede con la luz; ya que un contraluz viene a ser un oportunismo que permite aprovechar momentos de transición en los que captas fuerzas que ayudan a conseguir estos efectos.
- Los espacios de las últimas obras son inmensos, están vacíos, y las personas que aparecen en ellas parecen estar a una escala distinta, como minimizadas...
- Creo que la mente, la parte del inconsciente profundo, funciona en y con espacios de este tipo, que tienen una escala determinada; y como soy yo el que escoge los espacios, tiendo a hacerlos así. Podría decirse que son un poco anormales, por sus dimensiones y porque casi siempre uso elementos arquitectónicos antiguos; aunque en obras recientes ya he incorporado arquitectura moderna con dimensiones igualmente generosas que se parecen a los espacios mentales. De todas maneras algunas de las proporciones que se ven son absolutamente las correctas, porque sitúo a los personajes en lugares que conozco y que proporcionan esta sensación por su tamaño y por la transformación a la que los someto en el cuadro.
- Y de los grandes palacios, templos o castillos, a las grutas. Has pintado las grutas y has pintado en las grutas de Formentera ¿Es buscar un útero utópico del que sale la luz o el propio resurgimiento?
- Siempre existe un espacio exterior de éter, de esfera celeste, que al final sólo es media esfera celeste; pero si pensamos que los cuadros ya tienen su propio límite en sus cuatro costados y las dos dimensiones, a mí me inquieta mucho la relación existente entre los cuatro lados del cuadro y los cuatro costados del cráneo; aunque en realidad todo se reduce al propio espacio mental, con unas ventanas para entrar y salir, y del que la luz sólo es un elemento más para poder hacer realidad este tipo de visiones.
- ¿Cómo te enfrentas a la tela en blanco, con una idea previa o vas haciendo?
- Casi siempre tengo dos o tres ideas que se solapan. En el último momento puede suceder que cambie la concepción original; lo que no me gusta son los arrepentimientos, eso es terrible. Si he de corregir porque me he equivocado me siento fatal. Prefiero comenzar con el blanco, dibujarlo bien y evitar equivocaciones, pero eso requiere mucha disciplina. Lo peor son las dudas. Puedes tener una idea previa, pero sólo con concentración consigues que todo se sitúe en su lugar.
- ¿Cuesta?
- Sí; porque hay fuerzas que parecen impedirte que trabajes; y lo
digo por mi experiencia.
- ¿Mueres un poco cada vez que pintas?
- No lo creo pero seguramente es lo que sucede. Es la propia
autodefensa la que te impide ver lo que realmente pasa cuando
pintas. Es como desnudarse, existe soterrado un miedo que te impide
acabarla obra, crea angustias.
- ¿Crees en la música de las esferas
celestes?
- Yo creo en esa armonía; lo que no sé es si verdaderamente
nosotros llegamos a percibir esa música. Todo es posible. No hemos
de tener ningún prejuicio respecto a estas ideas, debemos volar
hacia arriba.